A lo largo de este año, hemos cronicado situaciones de robo y destrucción de transformadores de energía eléctrica en diversos puntos del país, donde las distribuidoras cooperativas aparecen como una de las principales víctimas.
Esta semana, la Cooperativa Popular de Electricidad de Santa Rosa, en La Pampa, informó que en 2022 llevan registrados una docena de estos hechos, lo que en el balance indica que por mes debieron asumir la pérdida de un transformador cuyo valor promedio es de 1800 dólares.
El ingeniero Pablo Cappello, gerente del área de Energía de la CPE, reconoció que “crece la preocupación porque en los últimos meses se disparó la cantidad de hechos delictivos. Recordó que esto ocurre en mayor o menor medida desde hace unos doce años y que la zona más afectada es la línea de pozos de agua del acuífero Anguil/Santa Rosa. En la ciudad capital, la zona noreste es donde más casos se han detectado. Como parte del protocolo, la CPE denuncia ante la policía cada uno de estos hechos”, precisaron desde la cooperativa.
Los transformadores se roban o destruyen para obtener principalmente el cobre de las bobinas para vender en el mercado ilegal. Además del perjuicio económico a las distribuidoras eléctricas y a las personas que ven afectado el servicio de energía, quienes cometen estos delitos también ponen en riesgo su vida ya que manipulan cables de media o baja tensión por los que circulan hasta 13,2 kV.
Además de La Pampa, entre las provincias que sistemáticamente denuncian delitos similares están Mendoza, Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires.
