¡ZAPATEALA!

23-12-2014

En Laborde, localidad del sudeste cordobés, desde el año 1966 tiene lugar “El más argentino de los festivales”, como lo indica el slogan. La realidad es que en enero se produce un fenómeno artístico y cultural en este pueblo de 6.000 habitantes, ubicado en plena pampa húmeda. Es ahí donde como un tsunami y por seis días delegaciones de todas las provincias compiten para elegir el campeón nacional de esta particular danza.

La competencia está enmarcada con shows de artistas de renombre nacional y otros de cada una de las delegaciones provinciales que participan, con la idea de afianzar la identidad cultural de cada lugar del país.

Se respeta a rajatabla el reglamento, que se empeña en hacer un fuerte resguardo de la tradición. Estipula, por ejemplo, el vestuario de loa malambistas. “Las botas fuertes deberán tener media suela y freno como máximo, sin puntera metálica y ser de colores tradicionales (negro o marrón). Las botas de potro deberán ser de formato auténtico, lo cual no implica la obligación de que sean del mismo material con que se confeccionaban antiguamente (cuero de potro, yegua, vaca, gato montés o tigre”.

El espacio está cuidadosamente preparado, a tal punto que “Para que la audición del zapateo resulte más nítida, se colocarán micrófonos en forma estratégica en el ámbito del escenario”.

El festival se realiza en un predio de una cuadra especialmente adquirido por la comisión organizadora. Suele comenzar a la tardecita y terminar a la madrugada, a veces hasta las 6. Hay patio de comida, sala de prensa y puestos artesanales, también actividades anexas como talleres y muestras.

Cosa de hombres

“El Malambo es la danza que el hombre sólo hace con los pies, en la menor superficie posible, una serie de ciclos de movimientos llamados mudanzas. Es entonces una danza individual, la principal y más difundida en Argentina”, sostiene la página web del festival.

Además de agregar que cada mudanza tiene sus reglas internas, cita al investigador Lázaro Flury, quien detalla que el Malambo en nuestro país tomó las características propias de dos regiones bien definidas: Norte y Sur. Ambas tienen características diferentes en el estilo de baile y en los atuendos típicos. Hay un solo aspirante a campeón nacional por provincia. “El candidato tiene que mostrar su habilidad en los dos estilos, primero el `original´ que es el que le corresponde por región y después el otro, al que se denomina `devolución´. Los participantes trabajan durante dos o tres años preparándose y cada vez se perfeccionan más porque la competencia es mayor. Tienen que tener muy buen estado físico, porque son 4 o 5 minutos a la máxima potencia”, sostiene Daniel Pasetti, presidente de la comisión organizadora.

La parte más emocionante de la noche llega con la categoría “malambo mayor” de la que sale el elegido. “Cuando se presenta el aspirante a campeón nacional, se escucha el himno del festival y es increíble como todo el que se encuentra en el parque se acerca al escenario. Se hace un silencio que corta el aire y que genera un clima muy particular”.

En Laborde aseguran que sólo quienes presencian este festival pueden decir qué se siente estar ahí. Para quienes no estamos en el tema, todo esto es un apasionante `mundo aparte´ lleno de reglas y ribetes particulares. “El campeón nacional será elegido por un jurado, cuyos fallos `serán inapelables´. El Jurado está integrado por `al menos un Campeón Nacional de Malambo y otras personas idóneas de reconocida trayectoria´.

Cada candidato “Deberá realizar en la primera presentación oficial ambos estilos con el atuendo correspondiente, los cuales serán calificados individualmente. Los finalistas realizarán su presentación únicamente con el estilo que corresponde a su región”, detalla el reglamento.

No bailarás

Una vez elegido el campeón Nacional, el malambista no puede competir más en esa categoría. “Los Campeones Nacionales de Malambo podrán participar en festivales posteriores, en cualquier rubro, excepto Malambo Mayor”.

Víctor Cortés, campeón nacional de 1987 y actual profesor, explica que “Es el título máximo, no se revalida, porque también la idea del festival de Laborde es sembrar de campeones el país”.

Todo esto es un doble sacrificio si vemos que en general “Es muy difícil encontrar gente económicamente bien posicionada y que se dedique a bailar folclore”, explica Cortés. Quienes practican la danza son en general, personas de clase media para abajo que buscan ese gran premio, que no es económico, sino que es el orgullo y el reconocimiento al ser galardonados con la copa sobre el escenario.

En primera persona

Víctor Cortés, fue campeón nacional en 1987. Desde su rol de profesor y con tres campeones entre sus alumnos, explica cómo se preparan quienes se dedican a esta danza. “La parte física se trabaja primero en gimnasio o con personal trainer para entrenar en resistencia y velocidad. Los hacemos supervisar con un deportólogo para que nos indique qué más tenemos que reforzar dentro de la preparación física, según cada alumno. Este trabajo se complementa con una nutricionista, porque para darte una idea, con 5 minutos de malambo se gasta lo mismo que un futbolista en una semana de entrenamiento ´a full´. Para dar una idea aproximada, diariamente se realiza una o dos horas de entrenamiento y dos o tres veces por semana la parte técnica del Malambo”.

Explica también el amor por la danza “Trabajamos por lo que nos gusta y lo hacemos con mucha pasión. Un campeón argentino no nace de un día para el otro, lleva toda la vida bailando. La mayoría comienza a los cuatro o cinco años”.

Finaliza comentando lo que se siente el estar arriba del escenario de Laborde “son mil sensaciones diferentes, a las que se les suma la responsabilidad de representar a tu provincia. Antes y después de subir al escenario, los participantes están con las emociones a flor de piel, se ven lágrimas de emoción o de tristeza, los abrazos con los familiares o los profesores, son miles las emociones”.

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