A pocos kilómetros de la localidad cordobesa de Salsipuedes se ubica la comunidad de El pueblito, pequeña población que dependía de la cantera de El sauce. Allí, los pobladores de El Pueblito encontraban lo poco que necesitaban para subsistir, lo poco que con el cierre de la cantera ya no pudieron conseguir.
Las limitaciones no eran pocas antes de que estallara la gran crisis post menemista, pero esta situación empeoró considerablemente. Falta de agua, de gas natural, y sobre todo, de motivación para encarar nuevos emprendimientos que evitaran el éxodo y el abandono.
Claudia Vinograsky llegó de Buenos Aires tras muchos años de labor en el campo de la salud mental. Decidida a cuidar su propia salud, dejó la ciudad y se instaló en las sierras cordobesas. Eran épocas en que la dura crisis encendida desde la urbe ardía en el campo. “Creo que con toda la crisis que atravesamos los argentinos quedamos como demolidos, con una falta de perspectiva respecto a los recursos propios; necesitamos redescubrirnos en la acción, en el compartir”, analiza Claudia desde su perspectiva integracionista y desde sus conocimientos de bioenergética.
Interesada en incentivar la promoción humana, Claudia pensó en gestar un grupo integrado que compartiera un proyecto, esperando que este sea un disparador para devolver la energía creativa al resto de la comunidad.
A través de su hija, radicada en Palma de Mallorca, Claudia logró que la Fundación Camper financiara un proyecto de huertas familiares, y se comenzó a seleccionar a las familias que participarían del denominado “Proyecto Fértil”.
Seleccionadas 20 familias de la zona, el proyecto comenzó a tomar forma y el grupo se fue integrando durante las reuniones semanales y las jornadas de capacitación.
“El cambio con la capacitación fue total, el año pasado teniendo una tierra hermosa fue muy poco lo que coseché. La asociación de las plantas, las aromáticas que te liberan de plagas, y las recetas caseras para poder eliminar bichitos y babosas, fueron enseñanzas muy importantes para nosotros”, asegura Selva Schiavoni, integrante de una de las familias que participan del proyecto.
Las huertas familiares cumplieron con los primeros objetivos y la comunidad de El Pueblito se fue interesando en esas plantaciones, pero el interés se potenció cuando aparecieron en la zona las primeras cocinas solares.
Estas particulares cocinas que permiten ahorrar gas los días en que el sol se asoma, son las primeras que llegan al país y son el segundo paso de este proyecto de integración.
Las cocinas llegaron desarmadas y los vecinos, intrigados por ver funcionar esas antenitas que cocinan sin tener que sufrir los gastos de gas, llegaron con sus herramientas y convirtieron una hostería en una fábrica; “...la gente quiso compartir, esto es para mi el éxito del proyecto, así es como yo estoy evaluando que esto tiene sentido; generar paradores que motiven la acción en las personas, esta es un poco mi intención como psicóloga” dice Claudia con satisfacción.
Las huertas generaron expectativas suficientes para creer en la posibilidad de autoabastecerse, mientras las cocinas solares evidenciaron la existencia de nuevas alternativas para contrarrestar los obstáculos que la escasez de servicios y la falta de recursos imponía.
Mientras trabajan paralelamente para concretar el Centro Comunitario donde funcionen el comedor y la biblioteca, y donde se establezca un espacio de encuentro recreativo y cultural para niños y adolescentes, la familias participantes del Proyecto fértil van camino a consolidarse como un grupo integrado y preparado para seguir adelante sin una coordinación que le marque los pasos.
Por su parte, quienes tomaron la iniciativa para que la comunidad de El Pueblito vuelva a creer en sus propias capacidades saben que todavía faltan muchas cosas por hacer, pero la dinámica y la integración grupal que se ha gestado con este proyecto los acerca a la concreción de sus primeros objetivos. “Si nos volvimos absolutamente necesarios, lo que hicimos no tiene sentido. Lo que nos pone feliz es haber sido el disparador, haber demostrado que cualquiera puede hacer un proyecto. Cualquiera puede hacer lo que sueña, lo importante es que podamos sacar eso de adentro y soñar, que dejemos de dormir sin soñar como hacíamos hasta ahora.”, Concluye Claudia.