¡Vamos las bandas!

23-05-2017

Por Ricardo Cortés

Las bandas son un fenómeno no sólo de la provincia de Córdoba sino también de toda Argentina. Funcionan con espacios que juntan a niños, jóvenes y adultos y funcionan como verdaderos dispositivos de contención y socialización. Son expresiones tradicionales de los numerosos poblados argentinos. En muchos casos, tienen cerca de 100 años de historia y sus orígenes se remontan casi a los orígenes mismos de los pueblos y localidades.Esta tradición, traída al continente por inmigrantes, en su mayoría italianos y españoles, se desarrolló en simultáneo a la conformación de clubes barriales, asociaciones civiles, sociedades de fomento.La situación de cada una de estas agrupaciones presenta realidades disímiles en cuanto a la organización interna, sostenimiento y perspectivas a futuro. Mientras en algunas localidades las bandas reúnen apoyo de sus municipios o de organizaciones privadas, logrando superar con creces las necesidades de sostenimiento y desarrollo, en otras, la gestión diaria del espacio presenta dificultades sobre todo en cuestiones básicas como mantenimiento de instrumentos y financiación.Sin embargo la pasión es compartida, y la función que cumplen es única y fundamental.Nicolás Ocampo actualmente es músico profesional, sus raíces personales y musicales están en Altos de Chipión y en la banda de su pueblo. Guarda los mejores recuerdos de sus comienzos.“Empecé a tocar el piano en casa a los siete años, luego dejé porque no tenía mayor incentivo. Estuve un año sin tocar hasta que en los carnavales de chipión, en que tenía 12 años en el año 1996 tocaba la banda municipal, temas pachangueros, fiesteros para que bailara la comparsa y dije : que bueno está esto, quiero tocar la trompeta, quiero soplar algo.”A partir de ese momento, Nicolás se unió a la banda. Una historia que seguramente es familiar para muchísimas personas que han vivido situaciones similares.

“Sabía ensayaban los viernes, usaban la estación vieja, que estaba desmantelada para que la use la banda. Fui y dije que quería tocar, ni siquiera les dije a mis viejos. Me acuerdo que aparecí y no tenía mucha idea de los instrumentos y dije... “Quiero tocar la trompeta”. El profe me dijo “sabés que tenés cara de saxofonista”, necesitamos saxo tenor... Me trajo uno y como era muy petizo no llegaba, con la digitación. No me daba el tamaño era demasiado pequeño. Así que me dijo, “Bueno tocá el saxo alto” que era más pequeño”. La emoción al hablar de la banda de Chipión se trasluce en las palabras de Nicolás, una nostalgia y sensaciones que siempre vuelven: “Lo que recuerdo de ese período es que estaba toda la semana esperando que sea viernes. Eran las dos de la tarde y me quedaba hasta las diez de la noche. Tocando, escuchando, viendo al resto ensayar. A la tarde te daban clase por fila y por nivel. Entonces en todo el salón de la estación había gente tocando, cada uno tratando de sacar sus partes. Durante la semana teníamos acceso al instrumento pero era difícil porque en aquel entonces la banda era hasta deforme en proporción a la cantidad de habitantes. El pueblo tenía 1500 habitantes y la banda más de 40 músicos. Era una cosa increíble. La sensación de estar parado allí y tocar en esa mole gigantesca. Era como si un pueblo del interior tuviese una banda sinfónica.”Eran otros tiempos y el acceso a la información y los instrumentos no era fácil Nicolás relata: “Cuando comencé compartía con tres personas mi saxo. Lo tenía dos días cada uno. Eso generaba un vínculo con amigos. Además uno lo piensa como si fuera feo y yo creo que esa fue una de las cosas que te va marcando el interés real que tenés, cuando sentís la necesidad real de tenerlo. La banda te iba dando el instrumento según tu compromiso e interés. Después la municipalidad sacó un plan que les permitía a los padres comprar un instrumento y pagarlo en cuotas. Así pude tener mi primer saxo, llegó cerca de navidad y para mí era increíble”.Nicolás también explica que muchas veces la gestión y pasión son fundamentales. “El director era Nacuri Castro de Oncativo que iba viernes y sábados y se llevaba un equipo de cinco o seis músicos para enseñar los diferentes instrumentos. Tenía un temperamento particular, tremendamente apasionado ponía todo para tocar lo mejor posible.”

Encuentros y equipo

Gerardo Lemos es el director de la banda de Arroyito y coincide con lo que plantea Nicolás.“La función social de las bandas, compartir valores, es fundamental. Tenemos niños jóvenes y adultos compartiendo un espacio, es difícil enseñar técnica así pero es muy enriquecedor en cuanto a lo social. No solo tenemos diversidad de edades sino por ejemplo tenemos gente no vidente o con capacidades especiales que comparte el espacio.” Ambos coincidieron en que las bandas han ido ampliando su repertorio más allá de lo militar y son un lugar importantísimo para la difusión de nuestra cultura.Actualmente existe una necesidad de ampliar repertorios y de acceder a instancias de capacitación tanto musical como en aspectos vinculados a la gestión, a la administración. También existe la inquietud de ampliar la cantidad de presentaciones e intercambio con otros grupos musicales. Es permanente el trabajo de las bandas generando encuentros, generalmente zonales, buscando espacios para actuar y generar intercambios. Este tipo de festivales son habituales en todo el interior de la provincia de Córdoba y Santa Fe. Nicolás cuenta su experiencia “Los encuentros se hacían en diferentes localidades que tenían bandas. Era como ir a Disney para mí por la posibilidad de compartir con más de 300 músicos. Por ejemplo en Oncativo, en Monte maíz, Brinkman, San Francisco, Porteña o las Varillas. Todos con bandas algunas con bastoneras. Era alucinante porque mucha gente llegaba a un pueblo. Algunos dormían en hoteles, otros en un galpón. Tengo recuerdo de los desayunos y almuerzos que eran 50 tablones en un salón en donde había muchísimas personas. En estos encuentros se hacían dos temas en que tocaban todas las bandas juntas. Había que aprenderlos ahí, los repasábamos y después cerrábamos con 250 personas en la plaza tocando el mismo tema.”Tal vez lo esencial en las bandas sea aprender a trabajar en equipo. “Lo importante es poder estar en ese lugar y comprender la función dentro de un organismo colectivo, en dónde todo funciona si cada uno aporta su granito de arena.” Explica Gerardo Lemos. También sostiene que “Tal vez sea el mejor momento de la banda desde que estoy, por muchas cosas, por el apoyo de la municipalidad y porque estamos trabajando como banda sinfónica y queremos llegar a ser una orquesta sinfónica, pronto lo vamos a lograr”.

Un medio de vida

Muchísimos músicos de la escena actual del jazz han salido de bandas de pueblo. Los hermanos Loiácono (Cruz Alta), Juan Cruz de Urquiza, Enrique Norris. Los músicos tienen la posibilidad de conocer y tocar gracias a la banda, que te da una opción única. Hugo Riorda se desempeñó profesionalmente como músico de la banda militar del ejército, en la ciudad de Córdoba, pero sus orígenes como músico se remontan a Santa Rosa de Río primero y su banda. “Para mí fue una posibilidad de progreso y un medio de vida, tocar el trombón en la banda me permitió crecer como persona y hacer mi familia y vivir dignamente” “A mí me cambió la vida. Yo hacía deportes computación y cuando la conocí dije: por acá, y nunca más paré”, dice Nicolás Ocampo.Profesionales, amateurs, niños, jóvenes adultos, se reconocen como pares y comparten un espacio fundamental para el desarrollo de la cultura de nuestros pueblos.

Para siempreSos músico de banda para siempre. Uno ve y sabe quién aprendió en una banda porque se aprende desde el conjunto, más desde el trabajo grupal que desde lo solista. En la banda aprendés a proyectar la actitud, por ahí sabes dos temas y el resto hacés mímica o vas aprendiendo cosas y lo escuchás al tema en ese lugar. Y tenés que proyectar algo más, otra cosa, más que tocarlo. Es un lugar estratégico. (Nicolás Ocampo)

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