Para la mayoría de los mortales es imposible pasar por Bariloche sin detenerse a probar sus exquisiteces. En este lugar, declarado capital nacional del chocolate, su gastronomía constituye un atractivo más y es un complemento perfecto para un entorno natural que se modela entre montañas y la inmensidad del Nahuel Huapi.
Y es que San Carlos de Bariloche sorprende a todos con incontables fábricas y pintorescos negocios dedicados a la industria chocolatera. La tradición es tan fuerte, que se convirtió en el rasgo distintivo de una celebración que tiene lugar todos los años en Semana Santa y que ya es fiesta nacional.
Este año, la cita es del 23 al 27 de marzo en el Centro Cívico, un clásico punto de encuentro y un paseo obligado para quien visita la ciudad. Este es el lugar donde se monta un gran domo y desde el miércoles comienza a funcionar una sala de producción donde “trabajan 18 maestros chocolateros que día a día van construyendo un gran huevo de pascua de 8,50 metros de alto por 5 metros de diámetro, que se presenta el domingo”, explica Luis Brogger, presidente de la Cámara de Chocolateros de Bariloche, que además es descendiente de la tradicional familia Goye y fundador de empresas del rubro.
Algunos dicen que es el huevo de pascua más grande del mundo. “No sé si es el más grande, pero para nosotros es un hito, por el gran esfuerzo que realizan todas las instituciones que participan en la fiesta”, sostiene Brogger.
Pero, por más que sea lo más curioso de la fiesta, eso no es todo. Con motivo de este festejo el municipio local instala un escenario por el que pasan variados espectáculos, organiza actividades para niños y el tradicional encuentro de escultores donde los artistas tallan la madera para convertir grandes troncos en obras de arte. Por otro lado, una ONG lleva adelante la Pascua Solidaria, que consiste en la realización y exposición de huevos de pascua que se donan a instituciones de bien público.
La súper tableta
Otro de los eventos característicos tiene lugar en la calle Mitre, la principal de la ciudad, donde durante una tarde (entre miércoles y viernes, según las condiciones climáticas), se monta una mesada de alrededor de 120 metros, se ubican los moldes y se realiza una gran tableta de chocolate. “Participan alrededor de 60 personas, entre las que se cuentan maestros chocolateros y voluntarios. Se realiza en un molde especial hecho para esta fiesta y como hay fábricas que tienen locales sobre esta calle, se utilizan esos espacios para derretir el chocolate”, comenta Brogger.
Una vez que está lista se reparte a los presentes. Mientras, el domingo es el día esperado, ya que “alrededor de las 11 de la mañana se descubre el gran domo y queda expuesto el huevo de pascua gigante que se rompe y reparte entre los presentes. En ese momento suelen reunirse más de 20.000 personas en la plaza”, detalla Brogger.
Una curiosidad es que el primer corte es realizado con una piqueta de montaña y que la persona encargada llega al extremo superior por medio de una grúa.
Se calcula que entre la tableta y el huevo de pascua se obsequian a los turistas y residentes más de 8.000 kilos de chocolate.
La historia del festejo
Si bien la fiesta se realizaba en la ciudad hace varios años, esta tenía otras características. Tras la erupción del volcán chileno Puyehue en el 2011, que cubrió de cenizas la ciudad de Bariloche, desde la Cámara de Chocolateros reeditaron este festejo con el formato actual, cuya primera edición tuvo lugar en Semana Santa del 2012.