"El principal motivo de la creación del Grupo Soles fue la necesidad de ayudar", dice Celeste Almagro su pro-secretaria. En un primer momento, se trataba fundamentalmente de ofrecer contención psicológica y estimular la capacidad recreativa de los chicos. Pero, más tarde, los voluntarios de Soles comenzaron a percibir que muchas veces los padres no contaban con los recursos suficientes para adquirir las drogas y los alimentos necesarios. Además, los que llegaban desde el interior del país no podían costear los gastos de hospedaje producidos durante el tiempo en que sus hijos permanecían internados.
Fue a partir de entonces cuando el grupo comenzó a entregar bolsones semanales con agua mineral -única bebida que pueden tomar los chicos-, pañales, y yerba y azúcar para que a los padres el día no se les hiciese tan largo. Al mismo tiempo, se procuraba un lugar para descansar a los llegados desde fuera de la ciudad de Córdoba.
Tatiana Riaer - una de las niñas internadas- define en pocas palabras la actividad de Soles: “Te tratan a veces de sacar un poco del ámbito hospitalario, y eso es importante. Por ejemplo, hace ya dos meses que yo estoy acá y no estoy bajoneada, pero estoy cansada. Entonces a nosotros nos ayuda que ellos vengan aunque sea un ratito al día, nos ayuda, nos hace muy bien”.
Actualmente, al primer grupo de voluntarios se siguen sumando otros nuevos con las mismas ganas de ayudar, trabajando al igual que ayer por favorecer la unión entre los niños, sus padres y estos jóvenes solidarios.
Las ganancias que los miembros del grupo perciben no tienen la forma del dinero, esto queda muy claro en las palabras de Celeste: “la remuneración que tengo es el cariño que me llevo cada vez que me voy de acá. No solamente en sonrisas, sino en que un papá rece por vos cuando estás por rendir, o que una mamá se acuerde de tu nombre. Creo que esas cosas te van pagando con más amor del que podés esperar”.
