Una capilla con cientos de zapatos ofrendados por fieles y un altar realizado completamente en adobe, son algunas de las tantas singularidades que pueden encontrarse en este sorprendente recorrido por la Ruta Nacional 60. Se trata de un paseo que se realiza en el día, visitando templos, museos y pequeños pueblitos que literalmente transportan en el tiempo.
La Ruta del Adobe fue declarada patrimonio cultural y turístico por la provincia de Catamarca. Su punto de partida es la localidad de Tinogasta, donde se visita el hotel Casagrande y un Centro Cultural. La siguiente parada es a 14 kilómetros, en el paraje El Puesto, para conocer el Oratorio de los Orquera construido en 1744 y en cuyo interior puede observarse una obra del arte cuzqueño con la imagen de la virgen amamantando al niño. Según mandato familiar, este lugar debe ser atendido solo por quienes integren el linaje, una responsabilidad pasa de generación en generación. Hoy Rosita Orquera está a cargo del museo familiar y de todas las instalaciones, que incluyen el olivo centenario ubicado en el patio y un puesto de artesanías. Ya está dispuesto quién será su sucesora: en un futuro la relevará su sobrina.
Para muchos, las construcciones de la Ruta del Adobe son obras de arte y testimonio de la historia. Siguiendo el camino, se llega al pueblito de Anillaco, donde espera erguida e imperturbable la iglesia de Nuestra Señora del Rosario, construida en 1712, cuyo altar fue realizado en una única pieza de adobe.
En el paraje la Falda se visita otro templo, la Iglesia de Nuestra Señora de Andacollo. Unos kilómetros más adelante se encuentran las ruinas de Watungasta, donde se hallan algunos vestigios de civilizaciones indígenas. Un sitio de alto valor arqueológico que lamentablemente fue menoscabado a través del tiempo, por lo que es ideal visitarlo con un guía que ayude a la interpretación.
El punto final es la localidad de Fiambalá, donde se visita la Iglesia de San Pedro, Monumento Histórico Nacional, que data de 1770 y alberga en su interior una imagen tallada en madera del patrono de los viñedos, San Pedro Caminador, traída del Alto Perú. Dicen que por las noches el santo recorre las plantaciones de vid y regresa con sus zapatos gastados, por esto se observan en el lugar cientos de zapatos que los fieles le acercan en señal de agradecimiento.
La Comandancia de Armas es el último punto, un lugar donde se guarecían las tropas españolas y todo aquel que llegaba para venerar al Santo. Todavía se observan en sus paredes pinturas muy antiguas en lo que se cree que fue el primer lugar de culto a San Pedro, construido allá por 1750.
Sinfonía de colores y sabores
Al seguir la Ruta del Adobe se descubren paisajes únicos, con el marco inigualable de la Cordillera de los Andes custodiando el territorio. Cada construcción, con diseños de líneas curvas, se integra armoniosamente con la naturaleza y el verde de la vegetación o el blanco de las dunas que se observan cerca de Fiambalá, se complementan con los colores tierra de las construcciones en adobe.
A estas tonalidades se le suman los sabores: empanadas, humita y tamales, entre muchas otras comidas típicas que se acompañan con los vinos finos de bodegas de la zona, con viñedos a más de 1700 metros sobre el nivel del mar.
Este recorrido por la cultura, historia y arquitectura de nuestro país, hace de la “Ruta del Adobe” un circuito que guarda tesoros y experiencias inolvidables para aquel que se decida a recorrerlo.
P.P.
Fotos: Carolina Cabrera