Matías Cerutti | Viajero, cronista y narrador
Pito Campos | Dibujante
Cuenta la leyenda que cuando los originarios de Centroamérica notaron que los europeos eran capaces de cualquier cosa por una pizca de oro, comenzaron a sembrar pistas falsas sobre la precisa ubicación de un tesoro oculto, al que llamaron “El Dorado”, en una supuesta región donde un rey se cubría el cuerpo con polvo de oro y realizaba ofrendas en una laguna sagrada. Los conquistadores, que aún no contaban con GPS, salieron de expedición etnocentrista haciendo sentir los pasos de sus modernas botas. Primero hacia el norte, luego hacia oriente, y finalmente hacia el sur, donde dieron con el Imperio Inca. No se conformaron con los territorios conquistados ni con las estatuillas doradas recolectadas por el camino. La fiebre del oro y el deseo de enriquecerse con algún tesoro oculto nunca fueron superados y aún hoy se sigue avanzando sobre el monte, tras el ficticio objeto de una moraleja incomprendida.
A principios del siglo 20, Adolfo Julio Schwelm, un empresario alemán socio de Tornquist y del hijo del gobernador de Santa Fe, Luciano Leiva, compró 82.000 hectáreas en las márgenes del río Paraná, enmarcadas al norte y sur por los arroyos Piray Miní y Piray Guazú. Su negocio consistía en vender las tierras a inmigrantes europeos, y como estrategia de venta bautizó al lugar con el legendario nombre de Eldorado. Acosados por la guerra y la miseria, los inmigrantes se dejaron persuadir; en un lugar con un nombre tan ambicioso por lo menos esperaban encontrar, aunque más no fuera, tierras cultivables.
"Desde los bosques silenciosos
donde los pájaros reencarnan en poetas.
Y la tierra roja es sangre seca
reclamando agua para ser verde"
Un siglo después, un grupo de escritores conformaron, en esa misma región, un movimiento que no sólo denota la búsqueda de la técnicas de escritura y el perfeccionamiento de estilos individuales propios, sino que sobre todo refleja el compromiso de cada uno de sus integrantes con el rescate de la historia local y la valoración de lo autóctono, ya sean costumbres, mitos, leyendas o la lucha por la preservación de los recursos naturales (incluyendo flora y fauna) tan expuestos a la depredación y destrucción indiscriminada por causas económicas.
Concientes de que este lugar existía antes de la leyenda del tesoro oculto y de las primeras picadas de los inmigrantes, estos guerreros autodenominados “Dementeazul” iluminan con palabras la tierra roja bajo el manto verde de la selva y nos invitan a acercarnos a la idea de que el verdadero tesoro que descansa en Eldorado, se encuentra en todas partes y no es otra cosa que el amor.
“En mi tierra no sólo hay saltos y cascadas. También hay gente buena, ávida de vivir en paz y progresar sanamente, ansiosa de creer que es posible un futuro mejor para sus hijos...”
Theodosio Andrés Barrios
La primera antología de poetas y escritores eldoradenses se editó en diciembre de 2002, en el marco de los festejos por los 50 primeros años de la Cooperativa de Electricidad de Eldorado. Traía en la portada una ilustración de Liliana Boxler y contenía una selección de 37 escritores convocados por Daniel Stéfani, que en aquel momento coordinaba la Carpa Cultural de la subsecretaría de Cultura de la Provincia de Misiones. Esta convocatoria afianzó la relación entre los escritores de la localidad que comenzaron a juntarse con regularidad, todos los jueves, en las instalaciones del Museo Cooperativo. En los primeros encuentros surgió la necesidad de un nombre para el grupo y, entre distintas propuestas, fue elegido “Dementeazul”.
Claudia Queiroz se unió al grupo dos o tres años después del primer encuentro en el museo. “Me incorporé por la invitación de algunos integrantes que participaban del grupo, y encontré allí un espacio que me ayudó a convencerme de que era escritora”, cuenta Claudia, que hoy lleva cuatro títulos publicados. “Comencé a participar sin demasiadas expectativas y fue una gran sorpresa conocer todo lo que el grupo aportaba. El hecho de poder compartir lo que uno escribe nos da contención, aliciente e inspiración, además de la posibilidad de nutrirse al escuchar los consejos y las correcciones de los colegas”.
El grupo es generador de eventos literarios reconocidos a nivel nacional. Algunas de esas actividades son la de organizar concursos para niños, escritos por ellos en etapa primaria de educación, o realizar distribuciones gratuitas de “cuadernillos” con material literario de autores locales, para su divulgación en establecimientos educacionales. Pero, sin duda, la actividad más destacada que generó este movimiento fueron los 12 encuentros de escritores que, desde 2003 hasta 2014, se realizaron, cada noviembre, en Eldorado.
Los encuentros organizados por Dementeazul se destacaban por abordar una determinada temática, alrededor de la cual se realizaban talleres, charlas, conferencias y mesas de lectura.
Con el material recopilado en cada encuentro se editaban antologías, que luego eran distribuidas en bibliotecas, establecimientos educacionales, y ONG del departamento de Eldorado; además se le cedía un ejemplar a cada autor.
Las temáticas elegidas para cada encuentro denotan el compromiso con la realidad y actualidad por parte de la comunidad literaria, “Paz en el planeta azul”, “El Agua es Vida y la Vida es como el Agua”, “Identidad”, “Rebeldía y Rebelión” y “Ríos Libres para Pueblos Libres” son algunos de los títulos de las convocatorias y de sus consecuentes antologías que, como semillas, se esparcen por el territorio para generar conciencia e incentivar nuevos escritos.
“Los encuentros se dejaron de hacer en el 2014, cada vez se nos hacía más difícil sostenerlo económicamente y tampoco era fácil para los asistentes solventar los gastos, así que decidimos suspenderlo; a lo mejor uno de estos años resurja” explica Claudia, quien resalta la importancia de las temáticas abordadas y del material que dejó cada uno de los encuentros. En el tercer encuentro realizado en 2005, las actividades se realizaron en torno a la figura del caudillo guaraní Andresito Guacurarí, el material recopilado le sirvió a Claudia como base para su primer libro “Se viene Andrés en el viento”, historia novelada de las batallas de Andresito. Sus otros tres libros publicados hasta el momento también abordan cuestiones de identidad. “7 mujeres” es una recopilación de cuentos en el que cada relato tiene a una mujer como protagonista, su tercer título es una novela escrita desde la perspectiva de sentirse ciudadana misionera y “Filomena”, su cuarto libro, está inspirado en una joven que transita y vive en las calles de Eldorado; “En realidad, Filomena es una excusa para expresar como yo siento y veo a mi ciudad”, se sincera la escritora.
Obreros y poetas, pretendemos romper las morbosas cadenas de la duda y afianzar la soberanía cultural poniendo luz y palabras sinceras a partir de ahora y para siempre, en resguardo de la integridad de muchos ciudadanos sumidos en la desazón cuando no en la pobreza y la ignorancia.
Preámbulo del libro “El que esté libre de pecado...”, de Theodosio Andrés Barrios
Eldorado, con más de 80.000 habitantes, es la tercera ciudad más grande de la provincia de Misiones. Desde el Paraná, que lo separa de Paraguay, hacia el este por la ruta 17, llegando a la frontera con Brasil, se estira el largo ejido urbano de esta localidad. Hacia el norte se puede apreciar la selva, el salto Kuppers y el arroyo Piray Miní. Hacia el sur, el salto Elena, el río Pomar y el arroyo Piray Guazú. Sobre la costanera hay un hermoso parque que lleva el nombre del fundador y en pleno centro de la ciudad de Eldorado se encuentra el Museo de la Cooperativa, donde todos los jueves se encontraban los integrantes de Dementeazul y donde yo encontré la antología de escritores eldoradenses, descubriendo autores como María Concepción Aranda, Yiyo Bogado, Renata Otto y Theodosio Andrés Barrios.
Este último es uno de los escritores de mayor trascendencia de la provincia, autor, entre otros títulos, de “El vademécum de las Picadas”, una recopilación de leyendas, remedios y simpatías folclóricas, que se convirtió en el libro misionero más vendido en los últimos años y que inspiró un ciclo televisivo con el mismo nombre. Claudia Queiroz reconoce los méritos de su colega: “Andrés es el referente más conocido del grupo, pero por sobre todo es un poeta extraordinario que tiene una característica muy particular para hablar de nuestras raíces y del cuidado de lo que tenemos”.
Además de escritor, Barrios es fotógrafo, promotor cultural y fundador (junto a Eduardo Monte Jopia, Vildo Piopi y Vasco Baigorri) de la Fundación Cultural Argentina. No solo es un referente y
estímulo para los jóvenes escritores de la zona, es un guerrero de la palabra que no para de encender rojas y verdes luces del amor; de darle luz a la maravilla de su tierra roja y su selva verde para que otros puedan verlas como él.
En 2006 se compró una máquina para imprimir libros y fundó la editorial “Th Barrios Rocha Ediciones”, desde donde publica obras de integrantes de Dementeazul y de autores de la zona. También fue conductor, junto a María Aranda y Renata Otto, del programa de radio “La hora azul”, espacio que lanzaba al éter trabajos de autores locales y provinciales, tanto noveles como de reconocida trayectoria, se recomendaban obras de autores contemporáneos, se promovían certámenes y se discutían temas de actualidad.
Han pasado los años de esplendor del movimiento cultural, pero han quedado interesantes registros en las antologías y los libros editados por Th Barrios Rocha -en Internet se puede visitar el sitio www.librosdementeazul.blogspot.com- . De todos modos el grupo sigue latiendo. Ya no se juntan los jueves, pero todos tienen el presentimiento de que el encuentro de escritores se volverá a hacer. Ahora los escritores de Eldorado saben que no están solos, y así Theodosio Barrios lo confirma : “sigue siendo tan intensa nuestra movida que, si bien no estamos reuniéndonos en el Museo Cooperativo para hacer talleres, lo hacemos regularmente para descorchar poemas y libros que producimos en mi editorial”.
