Por un lugar en el futuro

02-10-2017

Esa coyuntura puede derivar tanto en una notable expansión como también en la materialización de un destino que puede librarse básicamente, entre otras explicaciones, en la decadencia que imprime la desactualización de aquello que requiere el consumo. Cuando sucede este desenlace, se patentiza un tiempo augural donde aquello que se ha venido haciendo hasta hoy, se convierte más en pasado que presente cayendo invariablemente afuera del futuro.

Las experimentaciones del consumo hacen modas efímeras, o innovaciones para decirlo de un modo más valorado, que irrumpen para tener un largo recorrido en las costumbres. Las mismas experimentaciones también a veces se transforman en el vehículo que suelen condenar y estigmatizar una realidad de un bien o servicio como algo que “ya fue” porque claramente cae su demanda.

Dicho esto, se confirma que todo resulta cada vez más efímero en materia tecnológica. Los dispositivos de los que disponemos son claro reflejo de ello. Es una lógica de la sociedad del consumo que, a fin de cuenta, hace incidencia y comienza a hacer mella en la estructura de todo proyecto.

La relación entre tecnologías y personas se puede advertir en la medida de la materialización de la aprehensión. Se puede compartir la mirada objetiva en cuanto a que, finalmente, las nuevas conductas se modifican en gran medida ya no por necesidad sino por imposición de la evolución. Por tanto, la producción de bienes y las prestaciones de los servicios sufren ese impacto y ese destino. Está claro que las entidades del cooperativismo y sus gestiones de trabajo no están ajenas al fenómeno descripto.

Definitivamente no se pueden desestimar los nuevos datos que aparecen en los indicadores: los cambios generan ecuaciones de cuantificaciones y narrativas cualitativas. Esto es, cuanto sucede y como ocurre. En el primer tópico, hablamos de volumen de mercado y en el segundo de aquello que explica la nueva realidad emergente.

Las funcionalidades de los bienes y servicios se expresan como las bondades de la disponibilidad de aquello que se puede hacer. Un ejemplo notorio es el ahorro de tiempo como una variable a considerar. Se pueden pensar múltiples razones que justifican el sentido de lo útil de los dispositivos. No obstante, hay algo que va más allá de la experimentación que nadie se quiere perder, queremos decir con esto que la conformación del SER, en el mundo interactivo, ya no es tener tal cosa sino acceder a una comunidad de integraciones por obra y gracia de la virtualidad.

Podemos remitirnos a un pasado para graficarlo: tener un correo electrónico, hacer uso de Skype, comunicarnos por la aplicación de WhatsApp, ser parte de las redes sociales. Hoy es una rareza no ser parte de esas cotidianeidades de usos que pasaron a ser costumbres. Algunas ya caerán en desuso también. Caso ejemplificador es el uso del mail que ya tanto no se utiliza en las interacciones personales.

Todas estas generalidades, si se quiere, consideraciones macro, nos ofrecen el insumo de análisis para pensar lo propio en términos de organización como emprendimiento cooperativo de las comunicaciones. Sin lugar a dudas, hay que comenzar a recorrer un camino de perpetuo cambio, ya no, con las imprescindibles adecuaciones, sino con la construcción de una dimensión del saber que viene a formarse y proyectarse a partir de la generación de creatividades con nuevas y múltiples habilidades para el tiempo que viene.

La personalidad institucional se hará un lugar en el futuro con estos dos componentes estructurales; vale reafirmar: creatividad y habilidad. Para que “el hacer”, el carácter operacional, no pierda el rumbo, hay que promover las conexiones entre lo dicho: habilidad y creatividad. Serán la base de conocimiento de la matriz que dará sentido a la composición institucional que deberá destinar esfuerzos para elaborar la traza de los nuevos caminos en la futura gestión que se necesite.

El funcionamiento cotidiano y la creación de proyectos dentro del objeto social para el que está pensado el rol de COLSECOR como organización de integración de cooperación requiere: construir una planificación de los tiempos y lógicamente, recursos para desarrollar una importante diversidad de actividades que van desde la configuración interna de roles hasta el abordaje de la exterioridad; nos referimos con esto al análisis del campo social, económico, político y cultural.

En gran medida la representación de una idea de sostenibilidad social pasa por ser parte protagónica del mundo que vivimos y del que viene, donde todo se apoyara en infraestructuras, dispositivos y sistemas de elaboraciones en tecnologías. Es un factor crucial porque así de simple es el momento decisivo que nos toca transitar. Severísima realidad, por cierto, para aquellos que tienen que trabajar para crear las condiciones de satisfacciones de las nuevas demandas.

A nuestro modo de ver, aquellos que estén desatentos frente a los acontecimientos generales que se producen en la sociedad o que dejen las cosas para mañana padecerán la innovación. Desde luego, seguramente si se le atribuyen la razón de todos los males a las tecnologías, quienes lo hagan, se equivocarán, por tanto, allí no habrá una argumentación solvente.

Por todo esto es que hay que mantener la iniciativa y enfocarse en los cambios en curso. Hablamos de la relevancia tecnológica en nuestras empresas, pero también mencionamos la creatividad como parte de un nuevo ADN organizacional. Habrá nuevos trabajos que van a emerger a partir de las tecnologías. Esas labores requerirán saberes y habilidades que hay que construir. La economía digital es del conocimiento y necesitara de un fortalecimiento intelectual de las personas.

En resumen, las condiciones existentes hacen que el cooperativismo se tenga que modernizar con imaginación en sus conceptos tanto para el presente como para tener una visión de largo plazo, porque el futuro de cada argentino de cada pueblo para los que trabajamos es el futuro de nuestras cooperativas.

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