Aldo Lamberti sube a su bicicleta y sale a repartir Nuevo Serrano, periódico que ideó hace 20 años en su pueblo de alrededor de 4.000 habitantes ubicado en plena pampa gringa del sur cordobés. Él, como muchos otros periodistas que gestionan este tipo de emprendimientos en pequeñas localidades, `hacen patria´ en su lugar. Es que estas publicaciones no sólo derriban el mito de que `no hay noticias en los pueblos´, sino que a paso firme pero seguro, le hacen frente a los grandes medios impresos, mostrando lo que estos últimos no cubren: la enorme riqueza local.
Franco Roggero, que produce la revista HDO Magazine hace 10 años en la ciudad cordobesa de Hernando, explica que “hoy se observan ciertas lógicas de consumo que tienen que ver con lo global, entonces la idea es hacer un aporte para revalorizar la cultura local, poner en valor la identidad, las producciones culturales, la gente de nuestro lugar. De esa forma la revista se convierte en un material con valor histórico y simbólico para la comunidad”.
Regina Governatori y Franco Roggero- HDO Magazine
Es así que en cada ejemplar, estos diarios y revistas dejan plasmados los hechos casi como en un libro de actas, asegura Lamberti. En esa línea se pronuncia Gustavo Perusia, que hace una década lleva adelante El Ucachense, cuando dice que “Hay tantísimas historias y anécdotas de Ucacha que si no se rescatan, quedan sólo en la memoria y poco a poco se van perdiendo”.
Gustavo Perusia- El Ucachense
La información, lejos de faltar, abunda. “Siempre queda material afuera”, indica José “Pepe” Luque, responsable de Tiempo de San Agustín. “La revista tiene 32 páginas, pero necesitaría el doble para llegar a cubrir todo”.
De colección
“Mucha gente recopila estos periódicos y en la biblioteca local están disponibles todos los números. Las escuelas lo utilizan, e incluso nos han convocado para dar charlas”, indica Aurelia Accastello que junto a su marido son los responsables de El Monteboyense, único medio gráfico de la localidad de Monte Buey.
Aurelia Accastello- El Monteboyense
En este sentido, muchos de estos hacedores no tienen dimensión del registro que van dejando porque naturalizan su labor. Juan Pedro Errecart, que desde 1979 gestiona el diario Convergencia de San Genaro (Santa Fe), no duda al decir que “estoy tan acostumbrado a hacer esto que forma parte de mi vida”. Pedro Bianchi de Justiniano Posse, que lleva adelante Posdata desde hace 20 años, tomó conciencia de este hecho por las docentes locales, que abordaban la historia reciente del pueblo apoyándose en la publicación.
Ellos trabajan y sin querer página tras página, edición tras edición, los pequeños universos locales quedan inmortalizados en papel.
La producción
Cuando llega el medio impreso a los lectores, pocos saben que detrás de cada nota hay horas de producción, imprevistos, nervios y trasnochadas los días previos al cierre.
María Alejandra Tortelli, que hace 9 años produce Litindependiente en la localidad cordobesa de San Antonio de Litín, sostiene que este medio “es corazón puro. Cuando empezamos mis tres hijas eran chiquitas y trabajaba mientras dormían, hasta alrededor de las 3.30. No había Internet, entonces a esa hora salía con el pen drive en la bici y se lo dejaba en la puerta al diseñador”.
Pedro Bianchi- Posdata
Desde Hernando, Franco Roggero también da testimonio de este trabajo, que “lleva horas y horas de producción. Parece más liviano que otros medios porque no tiene la carga horaria visible de la radio, por ejemplo, pero hay mucho que no se ve relacionado a la producción, a la redacción o al diseño. Eso insume tiempo, y una nota te puede llevar uno o dos días porque incluye una investigación, relevar datos o a veces situaciones imprevistas, como cuando la persona que buscás para una entrevista no está en el pueblo”.
La gestión de estos medios locales es un verdadero desafío. Así lo vive Tomás Penacino, que comenta su experiencia desde hace 5 años con El Aguacero, en Bunge, provincia de Buenos Aires: “Es casi un milagro hacerlo prácticamente solo, despertando el interés de la gente, con más de 200 reportajes a personas que en su mayoría jamás estuvieron delante de un micrófono para compartir sus vidas”.
Tomás Penacino- El Aguacero
La contracara de este sacrificio es la devolución de los lectores. “Es una satisfacción inmensa cuando uno reparte el periódico casa por casa y al volver sobre sus pasos en la misma cuadra, encuentra a la gente leyendo”, dice Lamberti. En eso coinciden todos los entrevistados, que agradecen la recepción de la comunidad. “Una señora me dijo hace un tiempo que el problema de El Aguacero es que se lee muy rápido... ¡Y son 32 páginas!”, señala Penacino.
Autogestión
Cada uno de estos medios es un proyecto totalmente gestionado por sus dueños que, salvo algunos casos, son los encargados de la producción periodística, la actividad comercial y la distribución de todo o de al menos una parte de la tirada.
Si bien algunas de estas publicaciones dejan un margen de ganancia, otras sólo alcanzan a cubrir los costos y a veces quienes las producen ponen plata de sus bolsillos.
“Están desapareciendo muchos diarios impresos en el interior, por lo menos en nuestra zona”, sentencia el sangenarino Juan Pedro Errecart, mientras que asegura que el secreto para mantenerse en el tiempo es reinventarse constantemente. “Esto está vinculado con la llegada de internet, por lo que nos adaptamos a los cambios o desaparecemos”.
Juan Pedro Errecart- Convergencia
Desde Ucacha, Gustavo Perusia admite que “Al menos en esta región del sur de Córdoba se da que mucha gente trabaja en los medios, pero cada vez menos en medios gráficos”.
Pedro Bianchi finaliza resaltando la importancia de la palabra escrita, que trasciende en el tiempo a medios como la radio y la televisión, que aporta profundidad a muchos temas y que hasta suele trascender la esfera local.
Ya lo dijo García Márquez: “El periodismo es el mejor oficio del mundo”. Quizás por eso estos autores incansables y redactores de sus pequeños universos siguen en el ruedo, muchos de ellos contra viento y marea, trabajando día a día por el periódico local.
P.P.