Padres impedidos de contacto en Argentina

27-12-2016

En noviembre de 2015 el testimonio de Martín Sarachaga distintos medios bonaerenses puso en agenda un problema oculto en la sociedad argentina: los padres que se ven impedidos de ver a sus hijos.

Sarachaga relató la odisea judicial que atraviesa para conseguir restablecer el vínculo parental-filial y las trabas con las que se encuentra en el Poder Judicial, en el cual trabaja su ex esposa.

El caso de Sarachaga es uno más de los cientos de casos que empezaron a conocerse en los últimos años, entre los que se encuentran los cinco testimonios recogidos en el documental “Borrando a Papá”, el cual dividió las aguas. Mientras esto ocurría en Buenos Aires, en Río Tercero, “Jota”, un papá de 35 años que más tarde lograría probar que las denuncias en su contra eran falsas, se preparaba para ver por única vez en el mes a su hijo. La mejor ropa y el mejor aspecto posible pero sin que genere distancia con el pequeño fue la recomendación del abogado. Una sala común dispuesta para estos casos, dentro de un juzgado civil es el lugar donde deberá ver al pequeño de tres años y demostrar que él no es peligroso. Con una pelota bajo el brazo llega al encuentro del menor X que sonríe. J corre los escritorios del juzgado y los ubica como arco del improvisado estadio, se arremanga y se dispone a atajar. El pequeño x comienza a patearle penales y a sonreír. El público que reemplaza a la hinchada está conformado por especialistas, abogados, psicólogos, etc. El juego es la única forma que J tiene para demostrar que todo está bien con su hijo. Cuarenta minutos después y luego de incontables penales, J deberá aguardar otro mes para volver a atajar.

Los trapos sucios, la justicia, y las trabas

Las denuncias de impedimento de contacto se multiplican en las comisarías y fiscalías de todo el país en paralelo a las denuncias por incumplimiento de cuota alimentaria. Al colapso de los distintos poderes judiciales del país se suma un factor que no es menor: los tribunales de familia, donde se definen los regímenes de visitas, no tienen poder de policía: o sea, pueden ordenar que se cumpla con el régimen de visitas, pero no pueden imponer ninguna sanción en caso de que ello no ocurra. Para ello, está el fuero correccional y/o penal, donde se acumulan las denuncias y pueden llegar a registrarse demoras de hasta seis meses para que sea citado un denunciante a ratificar lo manifestado en sede policial. Un largo peregrinar espera a un padre que tiene una denuncia en contra. Respecto de las problemáticas jurídicas, Julián Díaz Bardelli ex director de asistencia a la víctima sostuvo que “en caso de separación, la tenencia de los menores de 5 años queda a cargo de la madre” por culpa de la interpretación del código civil, que “es una norma discriminatoria que partía de la idea falsa de que la mujer está en mejores condiciones y siempre es más idónea para criar a sus hijos”. Asimismo, Díaz Bardelli señaló que, así las cosas, “el varón debe mostrar su idoneidad” por culpa de “una especie de automatismo en la norma que distingue sólo por el sexo”.

Colapsado el fuero penal, sin poder de policía el fuero de familia y con problemas de interpretación y celeridad en el fuero civil, la problemática de los padres que no pueden ver a sus hijos, está lejos de encontrar una salida. Si se da vuelta la ecuación, la problemática suena más fuerte: la legislación vigente está lejos de encontrar una salida a los menores de edad que no logran restablecer el vínculo con sus padres.

Las actitudes que dificultan la revinculación

Cuando su ex esposa comenzó a impedir que Facundo B vea a sus hijas de 3 y 5 años, entró en un estado de desesperación. En el afán por recuperar un contacto lejos de mejorar las cosas, en pocos meses las empeoró. Aunque pagaba los gastos escolares y las necesidades de sus hijas no se ocupó de tener comprobantes formales de ello, y sufrió manipulaciones de todo tipo por parte de su ex esposa. Por su propia desesperación sumada al desconocimiento, la mayoría de los padres y madres que se ven impedidos de ver a sus hijos luego de una ruptura de pareja suele cometer errores difíciles de remontar. Con frecuencia descuidan su trabajo, confunden las prioridades y toman decisiones precipitadas, entre otras actitudes que -según coinciden los especialistas- no hacen más que entorpecer la añorada revinculación.

Sucede que nadie está preparado para afrontar de entrada la complejidad emocional y jurídica que plantea este tipo de situación. Pero además, los amigos o familiares que pueden haberla vivido en persona -sostiene el psicólogo Adrián Guini, especialista en familia- no siempre ofrecen buenos consejos, porque cada caso es particular.

“Nadie está preparado para esta situación”, sostiene mientras se prepara para coordinar una reunión grupal de padres que viven esta problemática. Referente de una asociación civil que presta apoyo a papás y mamás alejados de sus hijos y autor de una publicación que aborda esta y otras problemáticas de la familia actual Guini dice que las personas impedidas de ver a sus chicos “tienden a buscar soluciones inmediatas”. Ya sabemos que esto difícilmente ocurre.

“La mayoría de los errores que se cometen son justamente producto de esa búsqueda de inmediatez. Por eso, cuánto tiempo va a pasar antes de que uno pueda volver a ver a sus hijos, la pregunta que se hace todo el mundo en esta situación”. La mejor alternativa es siempre mantenerse sereno y persistir en el reclamo legal

El tiempo pasa

Por si fuera poco, las disputas judiciales se extienden en el tiempo por años, algo que afecta aún más la relación entre padres e hijos, en virtud del paso del tiempo: cuatro o cinco años de trámites, es más de la mitad de la vida de un niño de 10 años de edad. Un poco de suerte, mucho de buen asesoramiento y mucho tesón llevó a que J, pueda patear penales con su hijo todas las semanas, con un régimen de visita registrado en el juzgado y con las denuncias en su contra desestimadas. A otros casos, como el de Facundo, les espera aún un largo peregrinar en el ámbito judicial.

R.C.

Borrando a Papá

El documental que fue financiado por el Instituto Nacional de Cine y Artes Visuales (Incaa), el cual a su vez lo calificó como “apto para todo público”. Sin embargo, organizaciones como Salud Activa y Comunicar Igualdad, pidieron que la película no se exhiba porque fue realizado desde la perspectiva del Síndrome de Alienación Parental (SAP), un trastorno que no es reconocido por casi ninguna sociedad psicológica o psiquiátrica de occidente. Asimismo, criticaron a los profesionales que aparecían en el documental por carecer de “referencia alguna”, aunque se trataba de Glenda Cryan, psicóloga del Conicet, y Julián Díaz Bardelli , en ese momento Director de Asistencia a la Víctima dentro del Instituto Nacional contra la Discriminación. Por otro lado, en ningún momento de la película se hizo mención SAP, sino que se contaron historias de hombres que no podían ver a sus hijos (uno de ellos, inmigrante ruso, bajo la acusación de “hablarle a su hijo en ruso) y registraron fílmicamente el destrato recibido en las distintas sedes judiciales donde recurrían para pedir ayuda. O sea: se pidió censura previa para una película que no vieron. Finalmente se logró que el documental esté disponible en Internet.

Decisiones que se recomienda evitar

Firmar acuerdos por alimentos imposibles de cumplir por intentar recuperar el vínculo con los hijos

Establecer un régimen de visitas amplio cuando no se tiene diálogo fluido con quien ejerce la tenencia

Pretender que el abogado cumpla el rol de contención emocional

Desatender el trabajo y proyectos personales en búsqueda de retomar contacto con el hijo

Trasladar el conflicto al diálogo con los hijos en el momento que se tiene para compartir

Realizar maniobras para deteriorar el vínculo con el otro progenitor a fin de fortalecer el propio

Recurrir a las vías de hecho ante la dificultad de tomar contacto con los hijos

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