¿Cómo observa al cooperativismo de trabajo en nuestro país?
El cooperativismo de trabajo ha cumplido un rol importante. Vemos cooperativas que recuperan empresas y también vemos cooperativas que recuperan personas porque las sacan de la exclusión. En este contexto estamos los que un día nos encontramos con las fábricas cerradas y tuvimos que buscar una solución y también están las que yo llamo nuevas cooperativas, que son aquellas conformadas por jóvenes profesionales que eligen este camino, por lo que convivimos con diversas realidades. En este sentido, hay que tener en cuenta que para formar una cooperativa se necesitan cooperativistas y que ser cooperativista es una construcción social. Nadie nace cooperativista, eso es algo que se construye. La Cooperativa de Trabajo Ferro Graf, en La Plata, se forma por convicción de los que elegimos constituirla, pero aun habiendo elegido, pasaron años hasta que nos asumimos cooperativistas. Es un proceso cultural, nosotros estamos formados en un sistema que te forma capitalista, con los valores capitalistas, no cooperativos. La sociedad en su conjunto no forma cooperativistas, somos la excepción. Hay que volver a las fuentes. Cuando estábamos en la época de las cavernas y teníamos que cazar un mamut, nos juntábamos, hacíamos una cooperativa. Hubo un momento en que eso se cortó y primó el liberalismo. Hay que volver a las formas comunitarias.
¿Cómo trabajar para promover esto?
Hoy en general, somos formados y preparados para trabajar en relación de dependencia y a pesar de que la empresa es una construcción de toda la sociedad, se apropia de ella un factor que es el capital y estamos todos subordinados a ese factor. Entonces queremos más democracia en la sociedad, pero tenemos dictadura del capital dentro de las empresas. Eso creemos que en algún momento se tiene que superar, a través de un proceso que exige un cambio cultural para romper con esa idea que prevalece en torno a la relación de dependencia y pasar a ser dueño del propio destino, de la propia empresa, gestionar, trabajar en conjunto para ello. Si bien es difícil llevar adelante una cooperativa, no es imposible.
¿Cuáles son los principales desafíos del cooperativismo?
Aspiramos a que en los próximos 10 o 15 años la economía solidaria en todas sus formas, logre ser un actor fundamental en la construcción de la sociedad, con una mayor presencia y un mayor porcentaje en el PBI mundial. Según datos de la Cooperativa de las Américas, hoy somos 1000 millones de cooperativistas sobre 7000 millones de habitantes del planeta. Somos uno de cada 7 y aspiramos a que seamos uno de cada 3, o sea, que un tercio de la economía mundial tenga que ver con la economía solidaria para generar inclusión y cuidar el planeta.
¿Cómo lo ve en Argentina?
Hoy somos 30.000 empresas de la economía solidaria, damos 500.000 puestos de trabajo, somos el 10% del PBI. Si el PBI es de 500.000 millones de dólares, estamos hablando de 50.000 millones de dólares que pasan por nuestras manos. Entonces ¿qué hacemos con eso?, ¿Cómo expresamos eso en poder para construir otro modelo de sociedad?. Ese es el desafío para todo el cooperativismo, es difícil lograr otra sociedad si no construimos poder. Al trabajo lo hemos hecho aislados, en solitario, pero si logramos integrarnos, hacer crecer la economía solidaria en conjunto, con todas las cooperativas, mutuales, las pymes, en un gran movimiento que lucha por el desarrollo interno, por la gestión productiva y no acumulativa, todo sería diferente.
La educación cooperativa, un desafío
“Si tenemos 30.000 empresas de la economía solidaria y cada una apadrinara a una cooperativa escolar, habría 30.000 cooperativas escolares. Si tomamos 10 chicos por cada una, estamos hablando de 300.000 chicos por año. Y yendo más lejos, en 10 años, habría 3 millones de jóvenes que habrían pasado jugando e incorporado naturalmente el cooperativismo. Hoy hay mil cooperativas escolares en Argentina, todavía estamos lejos y todos los que trabajamos en esto tenemos este desafío para construir”.