Migrantes: más allá de las fronteras

19-03-2019

Aleja Páez | Periodista e investigadora. TV y OTTs

El fenómeno migratorio tuvo un rol preponderante en la historia y el desarrollo de la Argentina a finales del siglo XIX y comienzos del siglo 20, cuando se produjo la llegada de miles de personas que buscaban un mejor destino lejos de Europa. Por ejemplo, se estima que en 1914, el 30 por ciento de la población local eran habitantes provenientes de otros países. Por eso es muy común encontrar al menos un extranjero en el árbol genealógico de millones de personas en el territorio nacional.

Como consecuencia de ese boom producido por el ingreso de nuevos residentes, el país desarrolló una tradición de fronteras abiertas y se destaca como uno de los más amigables en términos burocráticos para personas que pretendan radicarse. Distinto a lo que ocurrió hasta mediados del siglo pasado, en las últimas décadas las corrientes migratorias no provienen mayoritariamente del Viejo Continente sino de otros países latinoamericanos, Asia e incluso África. A pesar de que actualmente menos del 5 por ciento de los pobladores nacieron en otro lugar, es un tema recurrente en los medios de comunicación y en la voz de algunos representantes políticos, que lo señalan como un problema con múltiples facetas.

Con el foco puesto en esas nuevas comunidades que han ido creciendo al interior de nuestra geografía, Canal Encuentro realizó el ciclo Migrantes para relatar sus historias de vida, costumbres, saberes y conocimientos técnicos, y sobre todo el modo en que se integran con la cultura local.

Lo más destacable de esta serie en formato documental y episodios de 30 minutos es que se basa en el registro testimonial de los propios migrantes. Mediante el relato de dos o tres personas por colectividad, ofrece una mirada desprovista de prejuicios o señalamientos sobre lo que significa tomar la decisión de mudarse a otro país. Aunque a veces eso represente viajar casi 19.000 mil kilómetros, como en el caso de los que vienen de China (temporada 1), o con rasgos culturales muy diferentes como les sucede a quienes vienen de Senegal (temporada 1) o Armenia (temporada 2).

En tiempos en los que hay gobiernos que se esfuerzan por declarar a los inmigrantes como enemigos públicos y se levantan muros para evitarlos, e incluso a nivel nacional se plantea modificar la política de apertura histórica hacia los extranjeros, una producción de estas características cobra un valor especial.

Si bien acá la mayoría de los habitantes de otras nacionalidades suele asentarse en Capital Federal y distintas regiones de Buenos Aires, lo cierto es que cada vez hay más personas que eligen otras provincias, en zonas urbanas e incluso áreas rurales para dedicarse al trabajo de la tierra. A lo largo de sus dos temporadas (disponibles en Encuentro y en la plataforma Cont.ar), Migrantes descubre no sólo su ubicación sino también el resultado de la integración de tradiciones gastronómicas, artísticas, académicas y hasta la formación de familias interculturales entre argentinos y miembros de estas comunidades.

Por otro lado, el ciclo le dedica un espacio a las dificultades, las incertidumbres, los actos de discriminación y otras vejaciones a las que se expone alguien que emigra. También se registran cuáles son los atractivos que tiene la Argentina vista desde afuera, donde se destacan el sistema de educación pública en todos los niveles, el proceso de tramitación de una residencia legal o ciudadanía y, hasta hace algún tiempo, las oportunidades de empleo.

Desde otro costado, se exploran las características de cada comunidad extranjera, el modo en el que se organizan y qué manifestaciones las mantienen unidas en un país diferente, un vínculo que cobra mucha importancia cuando se trata de personas que no tienen el español como lengua materna.

En lo que va del ciclo, producido por Banda Aparte para Canal Encuentro, se han dedicado capítulos a los inmigrantes provenientes de Bolivia, China, Taiwán, Senegal, Paraguay, Colombia, Corea del Sur, Perú y Armenia.

Entre otras, se cuentan la historia de Benigno, un agricultor que fue nombrado presidente de una asociación de productores hortícolas bolivianos en Argentina y sueña con regresar a su país con su madre de 90 años para que vea una vez más Potosí; y la de Alex, un colombiano que sintió la seguridad de compartir su identidad sexual sólo cuando llegó a este país y decidió participar políticamente en el movimiento LGTBI+.

También se relata el proceso de adaptación de Seynabu, una senegalesa que aprendió español mirando telenovelas en su casa en Avellaneda, Buenos Aires, y hoy forma parte del grupo de traductores de la Comisión Nacional para Refugiados; o el de Rosa, una peruana que empezó con un empleo temporal en una juguetería en los años '90 y luego se convirtió en embajadora de la cocina de su país con un restaurante propio en el barrio porteño de Palermo.

Pese a las diferencias étnicas, las variaciones en las tradiciones, los gustos gastronómicos o las expresiones artísticas, en el trasfondo de esas historias se encuentran sólo familias, estudiantes, emprendedores, personas que conservan sus costumbres natales pero que al mismo tiempo adoptaron la argentinidad a su manera, más allá de cualquier frontera.

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