MANEJÁ TU VIDA

02-03-2016

* Revista COLSECOR /Marzo

Lo cierto es que las víctimas fatales por hechos de tránsito superan a los homicidios con intención en actos delictivos. La comparación es alarmante si pensamos que "la inseguridad” se instala a diario en la agenda mediática, mientras que los muertos en la vía pública se cuentan de a miles pero no tienen mayor impacto que el morbo del momento.

Esta situación no es exclusiva de Argentina, sino que es común a muchos países. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se estima que los accidentes de tránsito son la octava causa de muertes en el mundo, y la primera en el segmento de jóvenes de entre 15 y 29 años.

En nuestro país, las estadísticas de la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV), creada en el año 2008, señalan que los accidentes en la vía pública son la tercera causa de muerte entre los argentinos y la primera en el grupo de jóvenes de hasta 35 años.

En 2015 hubo 7.613 víctimas fatales. Por día murieron en el país en promedio 21 personas. Pero también los siniestros dejan heridos graves y personas con discapacidad generando costos sociales y económicos para las personas y el Estado. Los hechos viales son un problema de salud pública, se estima que por cada muerte fatal hay entre 4 y 6 víctimas indirectas. Otro dato que aporta la OMS indica que el costo de la siniestralidad vial en países como el nuestro representa entre el 2 y 3% del PBI.

Pero no se trata simplemente de números sino de vidas humanas, con proyectos e ilusiones truncas. Familias destrozadas.

¿Qué indican estas cifras?, se pregunta el abogado y especialista en seguridad vial, Horacio Botta Bernaus, en su libro No te mates (2014). “Que la siniestralidad vial es una pandemia que no hace distinciones, todos estamos ante el riesgo de sufrir un accidente de tránsito”

Para curar al enfermo, los especialistas ponen el acento en la educación vial como la herramienta más poderosa y, paradójicamente, “la más barata”, señala Botta Bernaus.

Sin embargo, pareciera que en Argentina tiene más impacto mediático y social construir una autopista o aumentar las penas para quienes cometen siniestros que proyectar un programa de educación vial.

Error humano

La cantante folclórica Tamara Castro murió en la madrugada del 8 de diciembre de 2006. Iba de acompañante en el auto cuando el conductor recibió un mate y se quemó. Unos segundos de distracción, el auto se cruzó de carril y chocó con un Fiat Palio de frente. Murieron Tamara y los ocupantes del otro auto. La visibilidad era buena y la ruta estaba en condiciones perfectas.

Carlos Monzón murió en una ruta santafesina el 8 de enero de 1995, mientras sintonizaba la radio del Renault 19 que conducía alta velocidad en una recta. Este dato se reveló hace pocos años cuando su cuñada, que iba en el vehículo, contó lo sucedido.

Adrián Ottero, excantante de Memphis, murió a los 53 años en la autopista Córdoba-Rosario cuando perdió el control del vehículo intentando prender o apagar un cigarrillo.

El popular Pappo Napolitano falleció en una ruta cerca de Luján (Bs. As.), el 25 de febrero de 2005, arrollado por un vehículo luego de caerse de la moto que conducía.

El alto porcentaje de hechos viales que tienen por causa una imprudencia demuestra que la mayoría de éstos, ya sea por transgredir una norma o por omitirla, podrían evitarse en la medida que esas inconductas se modifiquen.

En Argentina, la principal causa de siniestros en la vía pública “son fallas humanas en un 85 %”, dice Alberto Gasparín, capacitador y docente de la ONG Luchemos por la vida. “Lamentablemente hay mucha ignorancia sobre la seguridad vial y eso termina siendo el motivo de los accidentes. Dentro de las responsabilidades en un hecho de este tipo, el mal estado de las rutas no pasa del 5% o 6%, el mismo porcentaje con las fallas en los vehículos. La gran responsabilidad es la falta de educación vial”.

Según Gasparín, debería enseñarse educación vial en todas las escuelas desde los 5 años, cuando empezamos a ser peatones y ya somos ocupantes de vehículos”.

Botta Bernaus también va por la misma línea: “pensar que la seguridad vial se mejora sólo dictando leyes es un error muy común”. Una persona “debe tener la voluntad de ejecutar la acción contenida en esa norma”, señala remarcando que la educación vial en los contenidos escolares en parte central de la solución al problema.

¿Qué nos falta como ciudadanos frente a la inseguridad vial? Entender que todas las muertes en las rutas y en las calles no son producto del azar. No son accidentes. Las colisiones de tránsito responden a factores que debemos revisar con urgencia como sociedad. Todos podemos ser protagonistas de un hecho vial como actores, víctimas directas o indirectas.

Transformar el dolor

8 de octubre de 2006. Ruta 11, Km 689. Santa Fe, 22 horas. El micro que transportaba a los chicos del colegio Ecos de Villa Crespo (Bs. As.) que venían de un fin de semana de trabajo solidario en la escuela chaqueña de El Paraisal, chocó de frente con un camión que se desplazaba en zigzag. Su conductor, Ángel Soto, estaba alcoholizado.

El chofer del micro, Oscar Atamañuk, en una maniobra impropia se cruzó de carril y frenó dando un coletazo. El impacto fue ensordecedor. Luego, el silencio. Asientos desparramados. Murieron 9 alumnos y una maestra. También los camioneros. Atamañuk fue condenado a dos años de cárcel en suspenso e inhabilitado por 5 años para conducir.

Alba Saenz es mamá de Federico Ecker (16) uno de los jóvenes que murió aquel día. Recuerda que después de la tragedia comenzaron a juntarse los familiares de las víctimas y los heridos. “Sabíamos que algo teníamos que hacer, pero no sabíamos que. En general, uno piensa que no le va a pasar. Y eso es muy fuerte. Por eso nuestro mensaje llega de manera distinta, porque a nosotros sí nos pasó y la escucha del otro es distinta”.

Como resultado de la tragedia y para resignificar el dolor de lo sucedido surgió Conduciendo a Conciencia, una ONG que trabaja incansablemente buscando justicia y creando conciencia sobre la seguridad vial.

“Hacemos eje en la concientización y la sensibilización de la sociedad en general y de los jóvenes en particular. Creemos que ellos son los futuros agentes multiplicadores”, dice Alba.

“Estamos de acuerdo que hay que dar contenido para que la gente conozca la manera de conducir, pero la toma de conciencia no se logra de este modo. Hay que hacer un llamado a pensar juntos. También entendemos que la responsabilidad del Estado con los controles es importante”, agrega Alba.

A partir de la tragedia de Santa Fe, el Ministerio de Educación fijó el 8 de octubre como día del estudiante solidario.

Balance relativo

Aunque las cifras de los últimos cinco años señalan que los accidentes son menos, las muertes en las rutas se siguen sucediendo. “Es difícil decir si estos números son buenos o malos en términos absolutos”, señala Alberto Gasparín al hacer un balance. Con altibajos anuales, la cantidad de muertos “ha ido disminuyendo entre un 2 y 5 por ciento”, agrega. Algo parece que empezó a cambiar. Entre medio, se creó la Agencia Nacional de Seguridad Vial que aportó estadísticas y capacitación, comenzamos a ser testigos de familiares de víctimas pidiendo conciencia y las rutas empezaron a llenarse de estrellas amarillas.

De todos modos, no debemos olvidar que la enfermedad es crónica y compleja. Que su tratamiento requiere de medidas continuas para modificar esta realidad y no de acciones que sólo persiguen maquillarla.

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