Luis Guerberoff: Un doctor 'de los de antes”

07-02-2017

Estamos en su casa, en la localidad cordobesa de Pozo del Molle, en un terreno que supo estar “a las afueras” del pueblo pero que con el avance de la localidad hoy se encuentra totalmente integrado.

Luis Guerberoff camina por su jardín, lamentándose por el último temporal de diciembre pasado, que además de tumbar un colectivo en la ruta, hizo estragos en los campos de la zona, así como en los árboles y flores de su patio. Han sido tiempos difíciles. La zona viene castigada por las inundaciones, pero sin duda, lo más duro y de lo que el pueblo no logra reponerse es del femicidio de Brenda Arnoletto, de 24 años, que tuvo lugar a fines de noviembre del año pasado y por el que está detenido un trabajador golondrina.

Luis nació en Villa Concepción del Tío. Su papá, rumano y que también era doctor, falleció cuando tenía 13 años. Su madre consiguió trabajo en Córdoba capital, donde se instaló con sus dos hijos. Luis estudió con mucho esfuerzo y se recibió a los 22. Para costear su carrera tuvo dos trabajos y uno de estos tenía que ver con campañas sanitarias que se realizaban en el interior de la provincia.

Apenas recibido, siguió viajando hasta que conoció Pozo del Molle. “Me enamoré del pueblo”, dice. A sus 22 y con el flamante título bajo el brazo, volvió a Córdoba con un anuncio: “me voy a mudar”, le dijo a su madre. Para comenzar a ejercer la profesión, tomó algunos elementos de su papá, compró otros y se instaló en el pueblo allá por 1963.

“Al tiempo hubo un pic nic en el campo y ahí conocí a mi esposa. Nos casamos seis meses después”. Poco a poco, Luis fue construyendo su propia historia. Luego llegaron sus cuatro hijos y, más tarde, sus nietos que lo “tienen loco”.

En el pueblo lo reconocen como un doctor “de los de antes”. Con naturalidad, Luis asegura que “había que ir a atender a la hora que fuera”. Eso significaba que fueran las 3 de la madrugada, sábado o domingo. “Me tocó la última época de la medicina de guerra, no había ecografías, no había bioquímico... había que enviar las extracciones a Las Varillas y llamar por teléfono para ver los resultados. No era fácil”.

Como es de imaginar, este médico “todo terreno” atesora miles de anécdotas. “En ciertos lugares de la zona rural no había caminos, eran huellas... iba como podía. Una vez me llamaron para atender un parto en un tambo, pleno campo y llovía torrencialmente. Yo no podía llegar en auto por el estado de los caminos y era imposible traer a la paciente. Entonces le pedí a un gaucho que me llevara en una volanta y cuando llegué, el bebé ya había nacido”.

Una de las historias que más le llegó fue la de Juan, un vagabundo que se acercó a su consultorio con un problema de salud. Tras la operación, Juan se repuso, se quedó unos meses en Pozo del Molle y un día anunció que seguía su camino. Tiempo después, apareció en la sala de espera. Había trabajado, ahorró y volvió con un regalo y un profundo agradecimiento que marcó para siempre a Luis.

En su relato menciona con afecto a quienes lo apoyaron en sus primeros tiempos y le decían “el doctorcito”, por su edad. Se trata del doctor Pastor Andino (una de las calles del pueblo lleva su nombre) y el doctor Mario Fontana. Antes, asegura, la medicina era muy diferente. “Para darte un ejemplo, no teníamos ambulancia. Para las urgencias solía llevarme don Pancho Menza en su auto. Yo iba asistiendo al enfermo, teníamos las cosas mínimas”. También utilizaba su propio vehículo, “Las veces que habré subido pacientes a mi auto... los llevaba al hospital o donde fuera. No es fácil este trabajo, traté casos que fueron muy duros, muy difíciles”.

Un problema de salud lo obligó a abandonar su profesión hace unos años. Hoy, con sus 76, asegura que “fue terrible dejar la medicina”.

A partir de ese momento, se dedicó a su familia y a sus hobbies: escribir y actuar. Este “romanticón”, como él mismo se define, participa del taller literario local, editó dos libros y es autor de dos obras de teatro. En esta faceta como escritor, recibió premios tanto de Argentina como de España.

Luis es una persona muy alegre y también muy humilde, tal es así que no mencionó que la biblioteca popular de Pozo del Molle lleva su nombre. Es católico, Ministro de Comunión y visita todas las semanas a gente mayor en sus casas o en el Hogar de Ancianos, institución de la que fue uno de los impulsores. Muchos dicen que “dejó de ser médico de cuerpos para ser médico de almas”.

Pozo del Molle

Si hay algo que llama la atención es el nombre del pueblo. Una de las versiones, quizás la más extendida, es la que nos cuenta Luis: “Había un proyecto para unir San Francisco y Villa María. Estaba planificado que el tren iba a pasar cerca de un descanso para los viajeros en el que había una laguna y plantas de molle. Le llamaban “la aguada de los molles”. Finalmente el tendido se realizó en una zona cercana. Don Bartolomé Firpo donó algunas de sus tierras a la compañía ferroviaria y así, entre hierros y durmientes, nació el pueblo, en las márgenes de la estación que denominaron Pozo del Molle”.

El tren pasó por primera vez el 4 de abril de 1904, día que se toma como inicio del pueblo. Uno de los primeros de ramos generales fue la "Casa Baudino".

Luis asegura que el pueblo cambió muchísimo, porque no era pavimentado, no había cloacas y que cuando llegó a la localidad ya estaba la cooperativa, que nació para brindar una solución a la provisión de energía eléctrica.

Hoy la localidad cuenta con alrededor de 7.000 habitantes, incluyendo la zona rural y sus principales actividades son la agricultura, ganadería y la lechería.

Dentro de las celebraciones locales, pueden mencionarse las fiestas patronales del 8 de septiembre en honor al Inmaculado Corazón de María, fecha que coincide con el día del agricultor, mientras que en el mes de febrero tienen lugar los Carnavales, un tradicional festejo de más de 50 años, del que participan activamente las instituciones locales y que ha llegado a convocar a miles de personas.

Otro de los eventos locales en el marco de las celebraciones de septiembre es la Expo Molle, donde en el 2008 se batió el récord Guiness con la elaboración de un queso tybo que pesó 750 kilos. Hoy consta de exposiciones de la sociedad rural, feria artesanal, espectáculos y diversas actividades.

Antes de regresar, visitamos una de las obras más importantes de la cooperativa local. Se trata de la Clínica de la Familia Cooperativa, inaugurada hace unos meses y que vino a solucionar el problema de muchos vecinos a los que les es complicado viajar a otras localidades para atenderse en especialidades médicas. Un claro ejemplo de la labor de las cooperativas de servicios públicos en las localidades del interior.

Nunca alcanza el tiempo. Llego la hora de emprender la vuelta, trayendo muchas imágenes e historias de este pintoresco pueblo denominado Pozo del Molle.

Cartas centenarias

Para el centenario de la localidad, en el año 2004, los vecinos redactaron cartas para sus familias. Estos cientos de escritos fueron cerrados al vacío y colocados en un cofre que será abierto en el 2050. Quienes viven en el pueblo aseguran que será un hecho histórico y emotivo, ya que muchas de las personas que dejaron ese legado ya no estarán.

P.P.

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