Las perspectivas económicas para 2019

13-02-2019

Para anticipar lo que puede ocurrir con la economía argentina durante 2019, dos son tal vez las principales claves de análisis.

La primera clave de análisis está vinculada a la política monetaria acordada con el Fondo Monetario Internacional (FMI), fuertemente contractiva, consistente en “emisión cero” de dinero hasta junio de 2019, con el objetivo de reducir drásticamente la inflación. Está basada en las teorías económicas tradicionales que indican que la inflación es un fenómeno monetario y simétrico: emitir dinero en exceso genera inflación; dejar de emitir dinero, la elimina la inflación.

Pero en Argentina funciona de un modo diferente, asimétrico: emitir dinero en exceso genera inflación pero, una vez que la inflación es elevada, se activan otros mecanismos económicos que la sostienen en esos niveles, haciendo que, para bajarla, ya no baste con reducir la emisión. Se trata de procesos circulares por los cuales los salarios suben porque suben los precios y los precios suben porque suben los salarios. Se genera una dinámica inflacionaria que ya no responde a la política monetaria. El camino de regreso de la alta inflación termina siendo entonces diferente del camino de ida.

Esto hace altamente improbable una inflación menor al 2 por ciento mensual durante el primer semestre de 2019, cuando los aumentos salariales que los distintos sectores de actividad han acordado para los primeros meses del año, para compensar parte de la pérdida de poder adquisitivo producida durante 2018, regeneren aquel proceso circular, que se realimentará luego con los aumentos salariales por paritaria 2019.

La segunda clave de análisis está relacionada con la política cambiaria acordada con el FMI, consistente en una libre flotación del dólar dentro de bandas cambiarias amplias y crecientes, que también puede funcionar de una manera diferente a como espera el Gobierno. Ocurre que: a) en todos los años de elecciones presidenciales se produce dolarización de inversiones financieras; b) el potencial de dolarización es alto, teniendo en cuenta, por ejemplo, el elevado monto de depósitos a plazo fijo en pesos que podrían pasarse a dólares y c) esta es la primera vez que el Banco Central no podrá intervenir hasta que el dólar supere el techo de las bandas cambiarias.

El problema es que ese techo, en junio de 2019, estará por encima de los 50 pesos, y esto implica que la suba del tipo de cambio podría ser importante, pudiendo generarse nuevamente inestabilidad cambiaria e incertidumbre no sólo para los ahorristas, sino también para empresarios y productores de distintos sectores cuyos costos y precios dependen, en distinta medida, de lo que ocurra con el dólar.

Estas perspectivas no son las mejores porque, aun en caso de que el Gobierno reaccionara a tiempo forzando una nueva modificación en lo acordado con el FMI, tanta incertidumbre complica la toma de decisiones económicas y financieras, haciendo entonces más difícil la salida de la recesión actual.

De todas maneras, no hay que perder de vista que la inestabilidad económica genera riesgos pero también oportunidades.

En particular, mirando estos procesos desde el interior del país, las oportunidades pueden ser incluso mayores que en las grandes ciudades, por la competitividad cambiaria más alta de los últimos 10 años.

Esto favorece a las actividades que dan vida a los pueblos y ciudades del interior, como las agropecuarias, las denominadas economías regionales, las vinculadas a las energías (tanto de hidrocarburos como alternativas), el turismo receptivo y el comercio que se moviliza por derrame de las anteriores.

En este contexto, una oportunidad específica es la inversión en tendido de fibra óptica para que los pueblos del interior puedan contar con alta conectividad de Internet y televisión en alta definición, mejorando sustancialmente la calidad de vida y las posibilidades de negocios, permitiendo además a sus habitantes ejercer ciudadanía global.

Las cooperativas del interior se encuentran en un lugar privilegiado en el marco de las tendencias mundiales de promover el acceso universal a las tecnologías de la información y las comunicaciones con una dimensión geográfica que incluye a las localidades más pequeñas y las zonas rurales.

Si bien enfrentan el desafío de la competencia de grandes jugadores, como las empresas de telefonía que pueden lograr cobertura regional a través de la tecnología satelital, las cooperativas cuentan con una ventana de oportunidad, cuyos tiempos ya han comenzado a correr: el plazo hasta enero de 2022 de protección de mercado en localidades de menos de 100.000 habitantes, en un proyecto de ley que todavía no logró ser sancionado por el Congreso, pero que ya genera la urgencia de financiar las inversiones necesarias.

Las oportunidades para las cooperativas del interior seguramente exceden a las vinculadas con la conectividad de alta calidad ya que, en un contexto social complejo por la inestabilidad macroeconómica, tienen la posibilidad de generar sustentabilidad social a través de sus acciones en las distintas comunidades sobre las cuales tienen influencia.

Para ello es importante evitar ciertas confusiones que se generan al interpretar indicadores macroeconómicos como el del riesgo país, tan de moda nuevamente por estos días.

Que Argentina tenga un riesgo país en niveles similares a los de países pobres, 3.5 tres veces y media mayor que el riesgo país de Uruguay o Chile, no significa que carezca de los recursos humanos, materiales y técnicos para lograr un desarrollo económico y social como el de estos últimos. Sólo se trata de una medida financiera que refleja la percepción de quienes operan en los mercados sobre la capacidad de repago de la deuda pública, una cuestión muy específica.

Si bien la sustentabilidad social depende en gran medida de la macroeconomía, y se ve entonces afectada por indicadores como el riesgo país, depende también, y no en menor medida, de lo que empresas privadas y el movimiento cooperativo hagan en el terreno de la economía real.

Por eso, aunque 2019 no comience con las mejores perspectivas macroeconómicas, el movimiento cooperativo del interior tiene la oportunidad de incidir positivamente sobre la sustentabilidad social y económica de una parte importante del país.

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