Las fiestas mayas de la revolución

22-05-2017

Néstor Piccone

Para que no quedaran dudas, en 1811 inauguraron la pirámide que centralizaba lo que por entonces eran dos plazas: una llamada de la Victoria y la otra que miraba al cabildo, la 25 de mayo. Desde aquel momento fundacional hasta hoy ninguna forma de gobierno, civil o militar; Primera Junta o Junta Grande, Directorio, o Presidencia quiso obviar la celebración maya.

La Asamblea del año XIII la declaro fiesta cívica.

Todos los gobernantes destinaron recursos económicos. Con más o menos gente, gauchos o patricios, niños o ancianos, todos se acercaban a la plaza. Algunos para conseguir un premio, otros para participar de alguna celebración religiosa; muchos para disfrutar gratuitamente de un evento cultural u observar una parada militar, todo vale a la hora de recordar el 25 de mayo de origen revolucionario.

Al mismo tiempo, un puñado de comidas se fue haciendo representativa de las fiestas mayas.

Los pregones que los pibes todavía repiten en sus actos escolares nacieron por aquel tiempo...

Un tablado de madera que se montaba alrededor de la Pirámide era el eje de la convocatoria. Los escolares organizados por sus docentes cantaban allí canciones patrias y hasta se atrevían a inventar rimas o relaciones.

La cucaña, más conocida como el palo enjabonado era una atracción que servía para divertir al público y premiaba al más osado con una bolsa de monedas, un reloj o alguna recompensa mayor. El ganador debía llegar hasta la punta superando el sebo o el jabón untado. También se jugaba al rompecabezas, que era un palo similar pero puesto en horizontal que había que atravesar sin caerse.

A los márgenes de la Plaza los gauchos competían en carreras cuadreras y otras destrezas de a caballo.

En un principio la celebración comenzaba el día 24 a la noche y culminaba en la Plaza del Retiro donde se hacían corridas de toros, y aunque parezca mentira con el tiempo llegaron a realizarse carrera de chanchos.

Por la plaza deambulaban “señoras pero también (las diferencias de clase se hacían notar) las chinas y las criadas, los hombres de poncho y comerciantes del puerto, soldados y clérigos.¨

Según cuentan las crónicas de época un atractivo que unificaba al mundo rural y al urbano eran los fuegos de artificio.

Con el comienzo de los 80, los aires europeos comenzaron a soplar, entonces la Plaza dejo de ser un mercado para convertirse en paseo.

En el siglo XX aparecieron los desfiles militares y el reparto de chocolate a los escolares y vecinos que se acercaban. Seguramente para matar el frío porque como dice Enrique Pinti “las fechas patrias son todas en invierno” o casi.

El chocolate originario de los Aztecas mexicanos, vino de España al Río de la Plata donde dejó de ser una mezcla rara de granos de cacao con agua, vino y pimienta para convertirse en un brebaje similar a la miel pero con cacao y vainilla. Tanto en las calles de España como en las plazas y bares argentinos el chocolate fue un antídoto contra el frío.

El 25 de mayo se celebraba también en la mesa de los argentinos sin distinción de clases, credos o posiciones políticas. Dulce o salado, platos fríos o calientes hay comidas que se multiplican en las casas y bodegones criollos. Las empanadas que ¨queman los dientes”; el pucherito de gallina, el criollo o el “olvidao” (de zapallo) también el de caracú : la carbonada, el locro, junto a los pastelitos de membrillo, los alfajorcitos de maicena, la mazamorra, y las tortas fritas. Todo regado con chicha o con vino que traían las carretas desde Mendoza o el norte de la patria. Y por supuesto el mate.

Sumando de a cien

Hay dos celebraciones bien contrapuestas, la del primer centenario que se realizó bajo la presidencia de José Figueroa Alcorta y el bicentenario de 2010 con Cristina Fernández como jefa de Estado.

Alcorta pretendió mostrar la fisonomía del “granero del mundo” con una feria internacional, grandes desfiles y el paseo de la Infanta Isabel de Borbón, alias la Chata, por las calles del centro porteño. Y casi lo logra sino fuera porque también salió a la calle la clase trabajadora argenta, la que pudo ser acallada con la aplicación de la Ley Marcial. Socialistas y anarquistas impulsaron marchas y actos masivos que en el mes de mayo alcanzaron a movilizar a más de 70.000 personas en la Plaza Colón. Sin embargo, una huelga general declarada por tiempo indeterminado hubo de ser levantada el 21 de mayo, debido a la implacable persecución política y sindical con detención de dirigentes lanzada por Figueroa Alcorta.

Cristina Fernández de Kirchner apostó a una celebración popular, federal y latinoamericana, ocupando la Avenida 9 de Julio con escenarios y stand que recreaban los desarrollos provinciales y la marca de Estado impuso su sello por sobre las marcas multinacionales. Millones de personas colmaron el micro centro porteño y no hubo protestas. Mauricio Macri, por entonces jefe de la ciudad, también marcó su presencia pero con un acto más reducido iluminando las paredes del Teatro Colón, celebración que de todos modos no desentonó con la convocatoria general que finalmente sellaría una imagen de unidad nacional. Los presidentes de Latino América y delegaciones culturales de sus países desfilaron, muchas veces bajo una lluvia que no logró empañar el bicentenario del 25 de mayo.

La Fiesta Maya de 2010 prohijó una expresión de cuño estatal que bajo el nombre de Tecnópolis se convertiría en la mega exposición anual que logró permanecer inclusive en el año 2016 con un gobierno de signo contrario, tal vez más parecido aquel que en 1910 celebró la Revolución de Mayo con los trabajadores en la oposición.

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