LA FÁBRICA DE SATÉLITES

22-12-2014

El Arsat1 ya tomó su órbita definitiva, mientras eso ocurrió litros de tinta, a nivel terrestre se vertieron en distintos ámbitos.

¿Cómo contribuyen las Tecnologías de punta a construir soberanía e independencia? ¿Cuál es la importancia de los satélites geoestacionarios de comunicaciones? ¿Qué trascendencia tiene para Argentina haber desarrollado y fabricado un satélite geoestacionario de comunicaciones?

La historia de Invap comenzó a tomar forma en los años 70. Su fundador fue el doctor Conrado Varotto, quien en el treinta aniversario expresó "Pudo parecer una utopía cuando hace treinta años un grupo de jóvenes idealistas, algunos particularmente imbuidos de la doctrina social de la Iglesia, nos propusimos aprovechar el principal recurso del país, su materia gris, para la generación de fuentes de trabajo genuinas en la provincia de Río Negro -afirma-. Lo hicimos partiendo de un concepto novedoso para nuestro país, proveniente de las elaboraciones teóricas de Jorge Sábato, el de «empresa tecnológica»".

Con sede en Bariloche, aprovechando la capacidad generada por el Instituto Balseiro la idea fue tender puentes entre la universidad y la industria. Con la premisa de Aprovechar la capacidad que ya había en la Comisión Nacional de Energía Atómica, la intención fue crear una empresa que viviera de lo que vendía. Es decir, producir cosas que le sirvieran a alguien de tal manera que estuviera dispuesto a pagar por ellas.

Para Diego Hurtado, divulgador científico, “estamos en un momento positivo, y no es casualidad sino que es consecuencia de una política pública. Explicó que invertir en ciencia no es lo mismo que invertir en tecnología, explicando luego que hay que transformar la matriz de producción. Esto resulta difícil en el país, por lo que Argentina no logra consolidar su proceso de industrialización”.

Desde su punto de vista hay que construir políticas de consenso, articuladas y pensar en la soberanía aeroespacial del Mercosur, es decir dejar de mirar a los países vecinos como competidores. “sería un error entonces considerar que durante la década del '90 hubo un retraso en esta materia por la falta de decisiones estratégicas que permitieran al país posicionarse en el concierto mundial. La ausencia de una política fue en sí la estrategia adoptada. Porque de ese modo el país, por la sola omisión, se subordinaba al rol geopolítico que el “orden mundial” le asignaba”. En cambio hoy “la Argentina está ganando capacidades inéditas, estamos demostrando capacidades tecnológicas de avanzada pero también capacidades político-institucionales para llevar adelante políticas públicas que me parece que es la primera vez que en la Argentina se están tomando” Este cambio de políticas modificó la vida de muchos científicos argentinos, uno de ellos es Axel Dente, quien gentilmente nos cuenta su experiencia en el proyecto, y cómo fue su paso de la universidad pública a un emprendimiento de esta naturaleza.

Axel es egresado de la UNC, cursó sus estudios a fines de los 90 y vio los cambios en la Universidad y en su campo laboral. Para entender esta realidad es necesario resaltar la cultura de la empresa, cimentada en el trabajo en equipo.

Axel explicó cómo fue el cambio de su vida, de la docencia a la vida de empresa: “Hay un cambio muy importante, se deja de hacer ciencia básica para trabajar en equipo en ciencia aplicada. También cambia la forma de organizar el tiempo, en la docencia uno lo maneja, en esta empresa el trabajo en equipo y los plazos son centrales”.

Axel es hoy uno de los que monitorea el satélite, un egresado de la educación pública manejando tecnología de punta hecha en Argentina.

Un poco de historia: Arsat, soberanía , TDA y fibra óptica

ARSAT es una empresa con un 98% de capital perteneciente al Ministerio de Planificación y el resto al Ministerio de Economía. No demasiada gente se ha puesto a justificar por qué una empresa del Estado debe intervenir en un mercado que bien podría ser librado a la participación de actores privados. De hecho, anteriormente las funciones que dentro de unos días asumirá el ARSAT 1, eran cumplidas por el Nahuelsat. La historia que se empezó a cerrar ayer se remonta a 2005 cuando el secretario de Comunicaciones, Guillermo Moreno, contrató en Canadá un satélite para que ocupe la órbita 81, que se sumaba a la existente 72. Aquella órbita, que será la que utilice el satélite lanzado ayer, estaba sin utilizar desde 1998, cuando la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) la otorgó. Dos días antes de que venciese el plazo, el 17 de octubre de 2005, la Argentina puso en órbita un satélite que Moreno alquiló en Canadá. El aparato, llamado Anik E2, había sido lanzado en 1991 y estaba fuera de uso por haber sido alcanzado por una tormenta solar. Pocos meses después, exactamente en abril de 2006, mediante la ley 26.092, se creó ArSat. Según establece el estatuto de constitución, que forma parte como anexo de la ley, la empresa tenía por objeto "realizar por sí, o por cuenta de terceros o asociada a terceros: el diseño, el desarrollo, la construcción en el país, el lanzamiento y/o la puesta en servicio de satélites geoestacionarios de telecomunicaciones y la correspondiente explotación, uso, provisión de facilidades satelitales o comercialización de servicios satelitales".

El grupo de los ocho

¿Por qué son apenas ocho los países que pueden construir este tipo de satélites? Se trata de una tecnología muy exigente: los satélites geoestacionarios -es decir, que se mueven sincronizadamente con la Tierra, ocupando un punto fijo en el cielo- están ubicados a 36.000 kilómetros de distancia, fuera de la protección de la atmósfera y del campo magnético terrestre. Están a la intemperie espacial, sometidos a fuertes radiaciones. Y para llegar tan alto, tienen que soportar las tremendas vibraciones del despegue. Hay muchos aspectos para destacar de este "no milagro". Un ejemplo, la sala de pruebas que imita las condiciones de despegue y vida en el espacio exterior se construyó en Bariloche, y quedará a disposición para futuros emprendimientos. Y está abierta, con visitas guiadas para distintas edades, para todo el que la quiera conocer. Porque el conocimiento debe compartirse.

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