La ciencia como actitud

21-01-2019

Por Cecilia Ghiglione | Periodista

Es biólogo, profesor, Director del Laboratorio de Cronobiología de la Universidad Nacional de Quilmes, investigador del Conicet y músico cuando puede.

Diego Golombek parece haber encontrado la fórmula para combinar dos sustancias trascendentales de su vida: la ciencia y la comunicación. La primera vino en segundo término “y sin saber mucho por qué”; la segunda, le dio su primer trabajo a los 15 años como periodista deportivo en el recientemente desaparecido Buenos Aires Herald.

Apelando a la ironía y al humor para contar hallazgos y explicar el mundo encontró un espacio destacado en el campo de la comunicación pública de la ciencia en Argentina. Condujo ciclos televisivos como Proyecto G y El Cerebro y Yo que fueron bisagra. Comunicar la ciencia con rigurosidad pero lejos de la solemnidad y los tecnicismos ha sido su mejor ensayo. “Una vez que el rigor científico está asegurado debemos encontrar los formatos adecuados para narrar”, explica sin perder nunca su tono de “divulgador”. No menos importante es su trayectoria académica con investigaciones publicadas en revistas internacionales y premiaciones.

-Es posible comunicar ciencia a través de distintos medios (TV, radio, libros, charlas). ¿Cuál es tu preferido?

-Incomparablemente la TV es el medio adecuado si el objetivo es la masividad. Más allá de los cambios en los consumos sigue siendo el más potente. En lo personal me gusta escribir tanto sobre ciencia como ficción.

-Como conductor televisivo has demostrado que se puede ser riguroso con la información sin ser solemne.

-Exacto. Nos podemos divertir mucho siendo serios. No es necesario “bajar” o devaluar la información para transmitir ciencia. Precisamente esa es la principal idea en la que se basa el modelo del déficit.

-En tu último libro, que por cierto tiene un título larguísimo, invitás a mirar la vida cotidiana con ojos de científico.

-El título del último libro (La ciencia es eso que nos pasa mientras estamos ocupados haciendo otras cosas) está tomado de una frase de un disco de John Lennon que dice “la vida es eso que pasa mientras estamos haciendo otros planes”. Y es obvio que es así. Pero en la ciencia eso es menos obvio y es algo que quiero contar; la ciencia te pasa mientras estás haciendo cualquier cosa: en la cocina, en el baño o andando a caballo. Mi invitación es que no pase, que nos detengamos un poquito para ver qué está pasando y cómo lo puedo mirar con ojos de científico. Contrariamente a lo que la mayoría de la gente piensa, no le quita belleza al mundo, entender siempre es bello y mágico.

-¿Todos podemos ser científicos?

-Lo que varios autores proponemos es que tenemos que diferenciar entre la ciencia y la investigación profesional. A esta última la hacemos los investigadores que vivimos de la ciencia, pero la ciencia en general es una mirada curiosa sobre el mundo que no es exclusiva de los investigadores sino de cualquiera que quiera hacerlo.

-¿Se incentiva esa mirada curiosa?

-Yo creo que viene de fábrica. Dicen que todos los niños nacen artistas y también nacen científicos. Cuando hacen preguntas, cuando hacen experimentos, cuando queman hormigas con la lupa en el jardín están haciendo un poco de ciencia. Después nos olvidamos y nos da un poco de vergüenza hacer preguntas pensando que podemos preguntar un disparate. Tenemos que fomentar el gusto por las preguntas y por ver el mundo con esos ojos curiosos.

-¿Qué se estudia en un laboratorio de cronobiología?

-La cronobiología es la biología del tiempo. Todos tenemos un reloj en el cerebro que le dice al cuerpo qué hora es y es el que gobierna toda nuestra actividad en ritmos: que durmamos, que estemos despiertos, que tengamos hambre, que suban y bajen las hormonas. El asunto es que los humanos muchas veces forzamos ese reloj ya sea trabajando de noche, atravesando husos horarios o dándonos remedios a horas equivocadas. La cronobiología estudia los relojes biológicos cuando andan bien y cuando andan mal.

-¿Qué sucede cuando alteramos demasiado ese reloj?

-Somos bichos diurnos, evolucionamos de ese modo y el cuerpo está preparado para funcionar de esa manera. Cuando dormimos poco, o a deshoras, el cuerpo se resiente y estamos cansados, de mal humor, nos equivocamos más, tenemos más accidentes pero sobre todo, si esto se vuelve crónico, la falta de sueño es una receta inequívoca para la enfermedad. Nos es una comodidad dormir, es parte de nuestra fisiología.

-¿En general dormimos menos?

-Se calcula que hemos perdido de una a dos horas de sueño en los últimos 100 años, lo cual es una barbaridad. Los jóvenes deben incluso dormir más. Se habla mucho de las tecnologías exponenciales, aquellas que año a año van avanzando, como por ejemplo la computación. A mí me gusta pensar el insomnio como una tecnología exponencial porque cada vez va aumentando más y teóricamente podríamos decir que vamos a llegar a no dormir nada. Eso no va a ocurrir, es una exageración, pero tenemos que cuidarnos porque la tecnología nos va ayudando a no dormir. Todos dormimos con pantallas (leds, tablets, celulares) y eso le está diciendo al reloj biológico que está todo bien, que sigue habiendo luz y así acumulamos sueño.

-¿Por qué decir que los sentidos son “truchos”?

-Es que son así. Los sentidos son bastante mentirosos y a veces inventan cosas que no existen en el mundo y a veces roban cosas que sí están en el mundo. Los sentidos son filtros y para ponernos un poco más rockeros decimos que son “las puertas de la percepción”, como The Doors, la banda de Jim Morrison. No sabemos cómo es el mundo, sabemos que pasa a través de esas puertas que son los sentidos. Te doy un ejemplo que suelo usar. ¿Tenés medias puestas? Ok, no. Pero si las tuvieras ni te darías cuenta porque cuando te pones la media en el pie algo le dice al cerebro que algo te está tocando, pero al cabo de un ratito te olvidás. Pero no te olvidás. En realidad, el sentido deja de responder porque dice: “esto no importa”. Es una trampa y esto quiere decir que el tacto es trucho porque primero informa y después no dice nada. Pasa todo el tiempo, los sentidos inventan parte del mundo. También hay mucho de ese mundo que nos resulta totalmente inaccesible: hay ultrasonido, luz ultravioleta, olores que no llegamos a captar y están ahí.

-Entonces el mundo es pura subjetividad.

-En cierta forma sí. Además de que es una percepción humana, es individual. Cada persona va a percibir el mundo de acuerdo a su historia. Hay mucho de subjetivo, lo que no quiere decir que no pueda ser estudiado de manera objetiva con métodos científicos. Pero sí, somos sujetos interactuando con el ambiente permanentemente.

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