JUANA GUEVARA, UNA VIDA EN LAS GARCITAS

28-12-2015

Sale de su casa y todos la saludan, le preguntan como está. “Todos me dicen Doña Juana, porque si me llamás solo Juana no me ubican”, dice con su dulce tonadita chaqueña.

Cuenta que nació en el ´35, en una localidad cercana y llegó al pueblo en el ´47, dos años después de su fundación. Narra su historia y va describiendo sin querer la del pueblo, como si fueran una sola. “Cuando llegué tenía 12 años y esto era más parecido a una chacra que a un poblado. Sólo estaban trazadas algunas calles”.

- Era prácticamente un paraje, le digo.

-Sí, y ya se llamaba Las Garcitas. Dice la historia que vinieron muchos pobladores de Las Garzas, Santa Fe, y por eso el nombre. Esa es una versión. Otra dice que un grupo del ejército encontró una gran cantidad de garzas pequeñas en la zona.

Recuerda que “Lo primero que hicieron los productores agropecuarios fue formar una cooperativa, porque esta era zona algodonera en esa época. Ahora hay muy poco algodón. Uno de los fundadores del pueblo conocía a mi padre y le ofreció trabajo para manejar la desmotadora, una máquina que separaba el algodón de las vainas y semillas. Antes se extraía el algodón a mano ahora hay máquinas. Igualmente algunos productores que tienen chacras chicas aun cosechan manual”.

Mientras va hablando, los recuerdos llegan y se hacen cada vez más vívidos, como un viaje en el tiempo. “Los fundadores fueron Don José Nieto y Don Andrés Fernández, ambos españoles. Ellos compraron las tierras. Don Fernandez era quien conocía a mi papá. Nuestra familia estuvo entre los primeros habitantes. Nos prestaron una vivienda precaria, porque en esa época había muy poquitas casas, dos o tres negocios, no había luz. Sólo algunos tenían pozo y compartían el agua. La trasladábamos con baldes. Eran tiempos sacrificados. Acá en Garcitas terminé la primaria. Hasta ahí nomás, porque no había otra instancia para seguir estudiando en esa época. Había un director y una `escuela-rancho´, que estaba ubicada donde después fue el pueblo”.

La luz llegó a fines de la década del ´60. Juana recuerda el momento en que se formó la cooperativa para ese fin. “Tendieron las redes con mucho esfuerzo, porque había muy poca población todavía. Daban la luz poquitas horas al día. Tiempo después llegó el tendido que pasó por toda la zona. Cambió todo y fueron viniendo más pobladores. Hubo avances en el pueblo y hoy tenemos calles pavimentadas, planta potabilizadora de agua, escuela secundaria y terciaria”, detalló.

Explicó además que la localidad cuenta con una escuela especial y una residencia estudiantil, que posibilita el estudio de los chicos de la zona rural. Con respecto al agua, cuenta que hoy se toma de represas alrededor de la localidad y que se está trabajando en un acueducto desde el río Bermejo, que solucionará el problema del agua de 7 localidades, dentro de las que se encuentra Las Garcitas.

El trabajo

La vida laboral de Juana estuvo muy ligada a la comunidad. “Empecé a trabajar en la Municipalidad a los 18 años, al principio el cargo era secretaria y tesorera. En esa época era una Delegación Municipal que dependía de un pueblo vecino que se llama Colonia Elisa. Después del golpe de estado del 55, hubo una intervención. A los tres años se realizaron las primeras elecciones donde se eligió al primer intendente y al Concejo Municipal. En el primer gobierno se hizo el edificio para la Municipalidad, después el hospital”, recuerda.

Doña Juana fue por muchos años Secretaria de Gobierno. Los partidos cambiaban y los intendentes la confirmaban en el cargo. Se jubiló y siguió varios años trabajando ad honorem. Tal es así, que recuerda que su último día fue el 31 de agosto 2012. Tenía en ese entonces 58 años de servicio. “Siempre me gustó ese trabajo. A pesar de eso no me costó mucho dejarlo, porque estoy a una cuadra de la Municipalidad. Sigo en contacto con la comunidad. La gente pasa y siempre se detiene un momento a saludar”.

Comenta que hoy en el pueblo cuenta con alrededor de 6.000 habitantes en la zona urbana y que no hay una actividad económica principal, sino que el trabajo se divide entre algunas pequeñas chacras donde se siembra algodón, aserraderos, fábricas de ladrillos, trabajo en la construcción y obras de infraestructura, entre otros. “Me gustaría que se radicaran industrias que generen más trabajo”, dice.

El 10 de agosto de este año el pueblo cumplió 70. “El día de la fundación es uno de los festejos más importantes. Justamente ese día coincide con el del patrono del pueblo, San Lorenzo. Otra fiesta importante son los corsos, para los que llega gente de toda la región”.

Se asume una persona inquieta. “Siempre tengo algo que hacer. ¿Cómo es un día mío? Me levanto, tomo unos mates, alguna pastillita para la presión. Y vivo sola, porque mi esposo falleció en el ´74. Crié e hice estudiar a mis hijos. De mi familia soy la única que quedó en Las Garcitas, porque cuando la desmotadora dejó de funcionar mi papá quedó sin trabajo y se fueron todos a vivir a Resistencia. Me gusta mucho el pueblo. Nos conocemos todos, es gente muy buena. Cuando llegué me costó adaptarme, pero ahora no me voy más. Tengo tres hijos, dos viviendo acá y soy abuela”, finaliza orgullosa.

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