IMPA resiste

12-12-2008

Las últimas crónicas mediáticas sobre IMPA datan de abril de este año cuando a fuerza de palos una dura represión tuvo lugar en la puerta del edificio de Querandíes y Pringles, en Almagro, donde se habían reunido cerca de 300 personas.

En esa oportunidad, la fábrica había sido desalojada y los trabajadores integrantes de la cooperativa reclamaban su reapertura frente al edificio. El lamentable saldo de este hecho violento dejó dieciséis detenidos y dos heridos.

El origen de este episodio está relacionado con los antiguos dueños de  Industrias Metalúrgicas y Plásticas Argentina (IMPA). La anterior gestión tenía una deuda de cinco millones de pesos, de la que la cooperativa se hizo cargo.

Un millón y medio quedaban por saldar de la misma y esta deuda provocó el desalojo de los trabajadores de IMPA, luego de que dos acreedores se presentaran en el juzgado de Víctor Hugo Vitale para pedir la quiebra y el remate de la fábrica.

Los trabajadores sostenían que habían llegado a un acuerdo económico con los demandantes pero que el juez igualmente ordenó el desalojo.

Una vuelta de página se dio el pasado jueves 4 de diciembre cuando la legislatura porteña aprobó declarar a las instalaciones de IMPA de “utilidad pública y sujeto a expropiación”. Por supuesto que esta instancia no define ni cierra el futuro de la fábrica ya que la expropiación definitiva está en manos del estado provincial.

OCUPAR RESISITIR Y PRODUCIR

IMPA fue un símbolo de las empresas reabiertas por los trabajadores por haber sido pionera en el rubro. Su lema “Ocupar, Resistir y Producir” fue emblema de las empresas que luchaban por preservar la fuente laboral.

En la mejor época de su gestión como recuperada abrió La Fábrica: ciudad cultural, un espacio que ofrecía obras de teatro y talleres de: fotografía, acrobacia, historieta, música e historia, entre otras cursadas. Fue también la primera en montar un bachillerato popular para adultos que todavía funciona, en la actualidad en una sede de la UBA.

En los últimos años, sin embargo, la cooperativa sufrió fuertes divisiones internas que la llevaron a situaciones de crisis, al punto de que la fábrica llegó a estar cerrada transitoriamente. Cambió varias veces de conducción, la última en agosto del año pasado, cuando el grupo de trabajadores que inicialmente controlaban la fábrica, pero que habían sido desplazados, la volvieron a ocupar en lugar de los que estaban entonces. Eduardo Murúa, del MNER, es el representante de este sector que actualmente tiene mayoría en la cooperativa.

La fábrica atraviesa los últimos cien años de la historia argentina. Fue fundada en 1910 por empresarios alemanes; Juan Domingo Perón la nacionalizó en 1945 y Arturo Frondizi la convirtió en cooperativa en 1961. En 1998, tras varios años de vaciamiento, fue cerrada; ese mismo año, cincuenta de sus trabajadores iniciaron la autogestión.

La metalúrgica está en el barrio de Almagro y ocupa un enorme edificio de cuatro pisos y 22 mil metros cuadrados. Esto la ha hecho blanco de ofensivas inmobiliarias.

Antes del desalojo la fábrica trabajaba al 40 por ciento de su capacidad, con 90 obreros, produciendo pomos de aluminio y bandejas descartables.

 

*Cecilia Ghiglione / [email protected]

 

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