En este sentido, sostiene que muchos de los problemas actuales de la niñez están vinculados con la soledad y la falta de autonomía de los niños. Frato, bajo el seudónimo que firma sus viñetas, es un crítico de las escuelas actuales y propone que deberían ser espacios abiertos a las opiniones de los niños y respetar su individualidad para crear seres menos frustrados.
Francesco ante todo es un maestro y un provocador al sostener que “los niños no son recipientes vacíos que hay que llevar de conocimientos” sino que hay que escucharlos y construir entre todos ese conocimiento. Desde su idea sobre la Ciudad de los Niños, este pesador propone a la infancia como garantía para tener un mundo mejor.
De visita por nuestro país, donde hablo sobre el juego, el movimiento en la infancia y las escuelas, accedimos a dialogar con él sobre alguna de sus ideas.
Que un niño juegue es maravilloso pero ¿cuán importante es el jugar en la infancia?
Jugar es importante porque conecta a los niños con el movimiento y por lo tanto con su autonomía. Es importante, entonces, que los adultos entiendan esto. En este sentido la escuela debe tomar este mensaje y comprender que los primeros años de la infancia son los más importantes en la vida de un niño, es el período donde se ponen todos los cimientos. El juego es importante porque en esos años el niño simplemente juega con el mundo. El juego es una experiencia que no hace falta enseñar. Esa es la manera de entender esa primera relación con el mundo.
¿Todo juego es válido como conocimiento, incluso aquellos donde media la tecnología?
Jugar es una experiencia para los niños que tiene ciertas características como salir del control directo de los adultos, estar con amigos, vivir la aventura, la maravilla del riesgo. Con estos elementos todos los juegos son buenos, hasta los tecnológicos.
Cuando los padres dicen que acompañan a sus hijos todos los días a la plaza a jugar es una contradicción porque el verbo jugar se conjuga con dejar. En Europa, y acá creo que también, los niños de las clases sociales medio altas casi no tienen la experiencia de salir solos a la calle. Muchas veces los adultos sustituyen eso que ellos han vivido comprando muchos juguetes para que pasen mucho tiempo en su casa, como las nuevas tecnologías, y los niños se convierten en poseedores en lugar de jugadores. Para jugar bien hay que tener pocos juguetes y muchos amigos.
¿Las escuelas consideran al juego como instancia de conocimiento?
Pienso que los niños tienen que tener un papel activo en las escuelas a tal punto que creo que los contenidos no deberían ser los que dice el profesor ni los libros de texto sino los que ellos proponen.
¿Cuál es la escuela que piensa para los niños de hoy?
La respuesta puede ser muy simple, lo que yo deseo de la escuela es que sea para todos. Simple y aparentemente banal porque, claro, es para todos obligatoria. Pero esto es el problema porque la escuela se propone como un espacio para pocos y para la mayoría queda como misteriosa. Me explico: la escuela hace una propuesta muy limitada de lengua, matemáticas, de ciencia y nada más, por lo cual todos los que encajan en esta propuesta son los buenos, los que tienen éxito, los que siguen sus estudios y pueden acceder a la universidad. Los que no entienden estas propuestas o que su naturaleza nacieron para otras cosas, estoy pensando en los músicos, en los artesanos, en las personas que les gusta utilizar las manos, todos ellos se quedan afuera. Es interesante notar cómo la escuela infantil o primaria, por ejemplo, acoge a todos, hace propuestas en todos estos sentidos, valoriza los distintos lenguajes y después cuando vamos creciendo en la carrera escolar todo se reduce y al final sólo quedan estos tres ejes: lengua, matemática y ciencia. Nada más. Esto significa que la escuela es una puerta estrecha donde no pueden pasar todos.
La escuela que quiero o propongo, es aquella capaz de escoger a todos y que todos los niños la reconozcan como suya, donde se valoren todos los lenguajes. La escuela que yo quiero y quieren los niños es una escuela abierta, acogedora, que los reciba con sus conocimientos y no para darle los suyos. Que se preocupe en que cada uno de sus alumnos, de acuerdo posiblemente con las familias, desarrolle al máximo posible aquello por lo cual nació. De esta manera podemos conseguir nosotros algo muy especial, reconociendo que cada uno de los alumnos tiene algo de particular, un ámbito de excelencia, esto es lo que tenemos que pensar. Toda la educación familiar, social y educativa debería ayudar a los niños a descubrir su ámbito de excelencia y desarrollarlo al máximo posible.
¿Qué piensa de las experiencias pedagógicas alternativas frente al sistema formal?
Estas escuelas se acercan mucho a lo que estoy diciendo: una escuela donde se le reconozca a un niño la libertad de cansarse, de levantarse, de salir del aula y volver cuando lo sienta. Porque es innatural que un niño pase mucho tiempo sentado en el mismo lugar y haciendo cosas distintas. Con lo cual, que reaccione rechazando esto es totalmente natural. Y, por el contrario, la escuela no puede soportarlo.
Las escuelas “alternativas” suelen ser experiencias reducidas y muchos llegan a pensar son espacios-burbuja. ¿Qué piensa usted?
Yo creo que todas las veces que podemos hacer algo bueno para nuestros hijos es bueno. Yo no creo que sea parte de la naturaleza de los padres castigar a los niños para que se acostumbren a un mundo duro, nosotros los queremos. Sabemos que el mundo será duro pero yo creo que pueden enfrentarse mejor a un mundo duro si les hemos dado cariño y amor en la infancia y toda la vida. Por lo cual yo creo que la escuela siempre debe ser lo mejor posible y entendiendo esto yo creo que estos métodos más acogedores deberían pasar a la escuela pública. Así es que siempre he pensado que las escuelas que más quiero son las rurales donde hay niños de distintas edades, donde las aulas no son lugares extraños iguales unas con otras. Me gustaría una escuela de talleres y no de aulas donde sean los niños los que se mueven para hacer cosas distintas y no hacer todo en el mismo lugar, con estímulos muy bajos y donde sobre todo sufren los niños más débiles. Hay niños que podrían hasta prescindir del conocimiento que ofrecen las escuelas, hay otros que sólo tienen lo que las escuelas le ofrecen, no tienen una familia atrás y necesitan exactamente de una escuela pública. La escuela tiene que moverse con esta actitud de ser la mejor posible para todos.
La cittá dei bambini
Nació como idea en Fano (Italia), en 1991. Como explica en su sitio web, rechazando cualquier interpretación exclusivamente educativa, desde su inicio la Ciudad de los Niños “ha tenido una motivación política”. Mo se trata de ayudar a los niños o estar al servicio de la infancia sino de construir una ciudad diversa de modo que los niños puedan vivir una experiencia como ciudadanos, autónomos y participativos. (www.lacittadeibambini.org)