El "Cura Vasco"

25-03-2004

Desde hace muchísimos años trabaja -y vive- en la Villa de Emergencia Angelelli de la ciudad de Córdoba, la cual obtuvo su bautismo en honor al obispo asesinado durante la última dictadura militar e identificado con el movimiento de sacerdotes tercermundistas.

A los 76 años, el Cura Vasco continúa defendiendo los derechos elementales de los más pobres y sigue pensando en las alternativas para superar la peor crisis de la historia argentina. 

-Cuando se decidió a estudiar para sacerdote, ¿ya vislumbraba a qué se iba a dedicar?

-Sí. Sobre todo al problema que a mí me preocupaba que eran los pobres, y a partir de ahí tuve contacto con algunas personas que me dieron la impronta del trabajo con los pobres, y una de esas personas es Angelelli, un obispo cordobés asesinado en Rioja en el año 1976. Recuerdo que me expresó una vez: "una cosa te tengo que decir: estés donde estés, no olvidés que hay gente pobre que necesita de nosotros, los que podemos acercarles algo". 

-¿De qué manera entiende usted el trabajo con los habitantes de las villas miseria?

-Hay una frase. Aunque no soy peronista, Perón decía una cosa muy válida, y es más importante de lo que nosotros creemos en la Argentina, porque es un grito de los de muy abajo de no aceptar esta situación. Perón decía: "cada uno debe producir lo que consume" y a partir de esto tuve la idea de cultivar estas tierras (donde actualmente está asentada la villa). Por muchas circunstancias este proyecto no tuvo continuidad, pero pude cambiar por una forma más efectiva de ayudar a la gente.

Propuse un emprendimiento de que en el mes de abril íbamos a estar dando leche a todos los chicos de la guardería, y en este momento les estamos dando leche a todos de unas vaquitas que tenemos. Y yo creo que eso a la gente le hace bien, y esperamos dentro de poco poder darles también carne.

Además, hemos podido crear un centro de salud, tenemos computación, brindamos apoyo escolar a chicos de nivel primario y secundario y tenemos que hacer cursos de alfabetización para jóvenes, pero con algo que los atraiga, que les llame la atención, hay que utilizar métodos modernos.

Fuimos haciendo cosas; antes había diecisiete casas, diecisiete familias y ahora tenemos trescientas familias porque la miseria crece cada vez más.

Creo que mientras no se resuelva este problema, algún tipo de revolución tendrá que venir. 

-¿Qué tipo de revolución?

-Hay que distribuir  la riqueza de otro modo. Tengo algunos dichos que me enseñó un cura con el cual estuve en el norte santafesino, él dice "en la distribución de la riqueza, de los bienes de la tierra, de los alimentos, los seres humanos se hacen amigos o enemigos". ¿Y qué es la salvación? Es por lo menos no aceptar esta distribución de la riqueza donde unos tienen mucho y otros no tienen nada. La iglesia tuvo en los primeros dos o tres siglos (de la era cristiana) una actitud así frente a la riqueza y a la posesión de las tierras. El principio de que la tierra es de quien la trabaja es un principio cristiano, que lo toma después con mucha habilidad el marxismo, cosa que me pareció muy bien. 

-¿Cómo evalúa usted la situación social actual del país?

-Gravísima, los sueldos son muy pobres Un ejemplo: nosotros tenemos una guardería aquí y hace dos años que no tenemos maestros porque les quieren pagar doscientos pesos nomás ¡Cómo van a pagar doscientos pesos!, Es inadmisible. Por eso las escuelas también andan muy mal, porque los sueldos son muy bajos, el maestro no tiene posibilidad de comprarse un libro, de perfeccionarse.  

-¿Hasta cuándo cree que va a continuar su lucha por una sociedad más equitativa?

-¿Acá? Hasta que me muera.

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