EL PODER DE PARIR

22-12-2015

“Mi primer parto fue una tortura. El segundo, una experiencia feliz”, dice Angélica al contar sobre en el nacimiento de sus hijos. El relato de esta mujer pequeña pero intensa se parece al de miles de mujeres que padecen violencia obstétrica.

Los testimonios de quienes que han sido violentadas en el momento del nacimiento de sus hijos o hijas en clínicas privadas o en hospitales públicos se multiplican en los espacios donde la palabra toma poder y el relato aparece para desnudar las atrocidades y los atropellos legitimados por un saber superior.

“El trato deshumanizado en el preparto, el parto y el posparto deja también de manifiesto la relación asimétrica entre el sistema médico y nosotros las mujeres”, sostiene Julieta Saulo fundadora de Las Casildas, una agrupación bonaerense que difunde información en torno a la gestación, al parto y la crianza. Movilizada por el nacimiento de su hija, Julieta comenzó publicando en las redes sociales sus inquietudes y de a poco se fue integrando otra gente que hoy forma parte de un equipo interdisciplinario.

En Argentina, el derecho a elegir cómo parir tiene una ley que se sancionó en 2004: la ley de Parto Humanizado a la que preferimos llamar “de parto respetado”. A pesar de su vigencia, se reglamentó recién en octubre de este año. De algun modo, esta carencia jurídica menoscabó su aplicabilidad durante once años y la posibilidad de impactar en los protocolos de atención a las mujeres en el embarazo y el parto.

Los derechos que detalla la ley 25.929 sugieren un cambio de paradigma que pone el foco en la contención y el respecto de la mujer que está por parir, del niño o niña por nacer y su entorno familiar, lo que implica modificaciones en las prácticas concretas de todos los ámbitos: profesional, académico y cultural.

Un parto respetado se basa en valorar y priorizar el mundo afectivo, emocional y cultural de los protagonistas de ese momento vital. Una mujer debe tener la posibilidad de elegir la no intervención rutinaria sobre el parto, no habiendo una situación de riesgo. Una mujer tiene la libertad de elegir en qué posición parir y también estar acompañada con quien elija transitar ese momento.

En nuestro país, donde los nacimientos se dan mayoritariamente en el ámbito de la salud pública o privada, el parto es concebido como un hecho médico asociado a protocolos y formas de intervención sobre la mujer y el recién nacido.

“Cuando llegué me rasuraron el pubis, me pusieron un enema sin preguntarme nada, soporté el goteo de la oxitocina para acelerar el parto, empezaron las contracciones inducidas, un dolor innecesario. No me dejaban gritar”, cuenta Alina sobre su primer parto cuando tenía 19. La lista de intervenciones se completa con la episiotomía, la posición horizontal para parir, las cesáreas innecesarias, la intervención sobre el recién nacido. Violencia obstétrica.

Susana Andrada es trabajadora social y secretaria de Extensión de la Escuela de Trabajo Social (UNC). Atravesada primero por vivencias personales, empezó un recorrido que la llevó a militar en el colectivo “Mujeres por un parto respetado Córdoba”, para luego vincular la experiencia con su profesión ligada al área de la salud. Susana explica que “la violencia obstétrica es una de las más naturalizadas y en esto tienen que ver las tramas de poder”.

“De repente uno se ve sometido a ciertas prácticas porque simplemente te dicen que es por el bien de tu bebé y nada más”, aporta Julieta Saulo. Por eso, desde Las Casildas sostenemos que la información es poder. Nuestro gran objetivo es visibilizar este tipo de violencia, que además está tipificada como violencia de género (Ley 26.485).

La opción del parto domiciliario es una alternativa que algunas familias eligen para transitar el nacimiento respetado, pero no es una opción de libre acceso ya que implica un alto costo. Candelaria, mamá de Andrés, Julieta y Emiliano, después de dos cesáreas, decidió junto a su compañero que no querían volver a pasar por un parto institucionalizado. “Durante mi residencia hospitalaria - es trabajadora social - pude observar el nivel de violencia con que se trata a las mujeres. Pensá en una piba adolescente y embarazada, acostada desnuda y en algunos casos atada a la camilla, donde los médicos pasan y le dicen: ´A ver, mamita, mientras le hacen tacto. Eso me llevó a decidir que nunca más iba a parir en una institución de este tipo. Hicimos el camino hacia un parto natural y comenzamos a transitarlo. Emiliano nació en casa con una partera”.

En nuestro país no hay registros oficiales de las víctimas de la violencia obstétrica. “Está tan naturalizada que las mujeres demoran en tomar conciencia de que han sido maltratadas”, dice Julieta Saulo.

Ante la falta de datos, Las Casildas lanzó hace unos meses un Observatorio de Violencia Obstétrica (OVO) con el apoyo del Consejo Nacional del a Mujer, que ya cuenta con algunos datos preliminares. Sobre unas 1.040 mujeres encuestadas, un 50% dijo no haber recibido información clara y sencilla sobre los procedimientos que le estaban haciendo, un 60% recibió durante el parto adjetivaciones del tipo: “mami” o “nena”, un 80% fue asustada con la salud del bebé ante la negativa de aceptar ciertas prácticas, arroja el informe. Uno puede responder la encuesta de manera virtual en Las Casildas.com.ar

Los desafíos ante la ley

En el encuentro por la Semana Mundial del Parto Respetado que se realizó en mayo en Córdoba, el doctor Miguel Coully, jefe de Obstetricia en el Hospital Misericordia de la capital cordobesa, decía: “En el Misericordia intentamos garantizar esta ley bajo el programa Maternidades Seguras y Centradas en la Familia. Pero a veces yo mismo me siento un poco solo y debo pedirle a los colegas que le pierdan el miedo a la normalidad”.

El pediatra Jorge Prosanto, remarcó la cantidad de prácticas innecesarias a las que se somete a un recién nacido y expresó que los partos “no son una enfermedad. Son una verdadera fiesta y debemos aprender a comportarnos como invitados”.

Bartolomé De La Colina es jefe de Ginecología y Obstetricia del Hospital Municipal de Arroyito. Con él hablamos sobre la aplicación de la Ley 25.929 en esa ciudad cordobesa. De la Colina contó que no tienen un área exclusiva de maternidad y que hoy el objetivo es poder tener ese internado separado. Como ámbito de salud pública, el hospital está pensando “un proyecto de formación de voluntarios para acompañar a las mujeres que vienen a tener sus hijos y en muchas ocasiones están solas”.

Desde el mes de abril, la Secretaría de Extensión de la Facultad de Filosofía junto a Trabajo Social de la Universidad Nacional de Córdoba desarrollan el proyecto “Mujeres protagonistas, en el camino del parto” en un centro de salud primaria de la ciudad de Córdoba. A través de talleres, se busca favorecer la vivencia del parto y la crianza promoviendo el encuentro y el intercambio de saberes, enmarcados en el derecho al parto respetado.

“Como en los centros de atención primaria no se dan situaciones de parto, generamos un espacio de preparación para el nacimiento”, explica Susana Andrada que junto Lilia Hernández y un grupo de estudiantes universitarias avanzadas trabajan en el territorio. Entre los relatos más habituales, las mujeres cuentan que no quieren ir a parir al hospital porque las maltratan. En general, los centros de salud donde deben ir a tener a sus hijas/os estás lejos del barrio donde viven, en muchos casos se encuentran solas en ese momento y rodeadas de profesionales con los que no se han vinculado nunca”.

Lilia Hernández que desde la práctica del yoga aporta herramientas para la preparación al parto dice: “si bien esta es una etapa de mucha vulnerabilidad en la mujer, es también de mucho poder. A veces un solo encuentro en un taller sirve para que esa mamá que está por parir sepa cómo respirar o qué posición es la mejor”.

Con respecto a los desafíos que plantea ahora la reglamentación de la ley de parto respectado, Andrada sostiene que “los médicos no son los únicos que deben cambiar cosas. Por un lado, está la formación de los profesionales de la salud pero también es importante cómo las mujeres llegan al momento del parto empoderadas, conociendo su cuerpo, pudiendo decidir desde el lugar de la información y no desde el miedo cuándo una práctica es necesaria. Esto va a cambiar cuando todos los actores se encuentren”.

Parto respetado en el hospital público

En Mina Clavero (Córdoba) el Hospital Dr. Luis Bellodi garantiza el cumplimiento de la Ley 25.929 con un equipo de profesionales que comprende la necesidad de la contención y el respeto de cada embarazada y de los recién nacidos. Junto con el Director, el médico Leonardo López, se han articulado prácticas con la Secretaría de Salud Municipal y el grupo Mamá Quilla, que brinda acompañamiento para la maternidad. En este ámbito, las mujeres elijen cómo quieren prepararse para parir: visten sus propias ropas, pueden comer, beber y estar en compañía da familiares durante el trabajo previo a dar a luz. El ambiente está cuidado preservando la calidez y la intimidad del momento.

Partos interculturales en Bolivia

Desde 2006, el gobierno de Evo Morales junto a la organización Médicos del Mundo puso en funcionamiento dentro del sistema de salud pública las “salas interculturales”. De esta manera se pretende bajar la mortalidad infantil y que las mujeres que desconfían de la medicina tradicional acudan a los centros sanitarios a dar a luz. La primera sala de parto intercultural funcionó en el hospital Manuel Ascencio Villarroel, gracias a la Agencia de Cooperación Internacional de Japón (JICA) que destinó 65.000 dólares a su construcción.

En este lugar, las mujeres pueden dar a luz en la posición que elijan. El espacio es amplio y cálido para que los familiares y la partera puedan acompañar el proceso, siempre bajo supervisión médica. Al lado de la habitación, hay una pequeña cocina y las mujeres usan sus propias ropas al momento de dar a luz.

Según UNICEF, esta iniciativa a permitido disminuir la mortalidad infantil en Bolivia un 58% desde 1990.

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