Cuando la pregunta es cómo se interesó en hacer música, Carnota no puede dar fechas precisas sobre momentos reveladores. Él contesta con simpleza: “La música me viene de chiquito, muy de chiquito porque uno opta por ciertas cosas. Hay gente que de chiquito agarra una pelota y termina jugando fútbol y yo buscaba cualquier cosa que me sirviera como una especie de instrumento. Inevitablemente, tenía que terminar en la música”.
Después de tantos años de música llevada adentro (debutó como guitarrista a los 19), este músico actuó en la ciudad de Córdoba el viernes pasado y adelantó un poco del material de su nuevo trabajo en la Escuela de Lenguas. Se trata de un CD doble, que se presentará oficialmente en octubre, todavía sin título. Carnota, un músico que ha colmado las expectativas de su público, recuperó en su espectáculo antiguas canciones del folklore argentino renovando su profundidad y poesía, nutriéndose -como lo hace usualmente- de diferentes influencias.
Sin ánimos de entender al folklore como un género estático, Carnota muestra y demuestra que la música es móvil como la cultura de cada pueblo y que, en el caso argentino, la mixtura es un componente principal. Desde sus propias palabras, no acepta ser catalogado como un músico de fusión, ni de contrastes, ni de nada; simplemente dice: “Yo creo que, para no errarle, lo más certero que hay es decir que hago música argentina, no hago otra cosa que música argentina. Mi lucha es para que nada ni nadie me quite las ganas de tocar esta música...y así vivo y entonces me manejo por la fortuna que tengo de hacer y vivir con lo que a mí me gusta”.
