El NO de la comunidad científica al e-voto

17-01-2017

* Por Cecilia Ghiglione

El Gobierno Nacional pretende marcar un antes y un después en la política propiciando una reforma electoral que supone cambios importantes en los procesos de votación, como incluir la boleta única electrónica o voto electrónico.

Los argumentos esgrimidos para instalar esta plataforma digital en todo el país ponen énfasis en la necesidad de terminar con el clientelismo político, de otorgar mayor transparencia al acto electoral y evitar los fraudes que supone el actual sistema de votación manual con boletas partidarias. Para quienes apoyan el proyecto es “el paso más revolucionario después de la Ley Sáenz Peña (1912)”.

En octubre pasado, la reforma del oficialismo obtuvo media sanción en la Cámara de Diputados, pero no logró saltar a debate en la cámara alta durante el período ordinario de sesiones. En su paso por el plenario de Comisiones del Senado, un número de expertos en computación demostró la vulnerabilidad del sistema que se pretendía implementar a partir de las elecciones de este año.

Sobre estos cuestionamientos, el secretario de Asuntos Públicos e Institucionales, Adrián Pérez, expresó: “Decir que la tecnología es vulnerable, todos los sistemas son vulnerables. El proyecto preveía el conteo electrónico y manual”. El funcionario reconoció que el intento fallido del oficialismo de aprobar la reforma “fue una frustración muy fuerte”.

Moderno y ecológico

Según el oficialismo, que impulsó la reforma con el apoyo de algunos gobernadores, el sistema de votación electrónico “lo que hace es liberar al ciudadano y también al representante de un enorme ejército de intermediarios en los procesos electorales”, dijo el gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, en cuya provincia se aplicó el sistema desarrollado y provisto por la empresa Magic Software Argentina (MSA), la misma que lo implementó en la ciudad de Buenos Aires.

En declaraciones a distintos medios, Urtubey manifestó que la Boleta Única Electrónica (BUE) “es solamente un sistema de impresión de boleta” y el “escrutinio definitivo siempre va a ser físico, contando uno por uno”.

Por su lado el CEO de MSA, Sergio Angellini, defendió su sistema electrónico en la reunión de Comisiones del Senado donde contó que llevan “más de 10 millones de votos realizados bajo ese sistema”, que contempla la selección y emisión del voto a través de un dispositivo electrónico que imprime una boleta donde figura la voluntad del elector, tanto en tinta como en un chip RFID. “Jamás tuvimos una denuncia de vulnerabilidad”, sostuvo.

El ministro del Interior, Rogelio Frigerio, defendió aunque sin hacer mención directa, la incorporación del chip en la boleta que imprimirán las máquinas. “Lo más importante es tener un sistema seguro y confiable, con un dispositivo que se sume al manual. El conteo será doble”. El funcionario nacional en su intervención ante los Senadores fue enfático al plantear que “hay tiempos para cumplir con esta reforma ambiciosa. No sólo hay que incorporar tecnología, sino también capacitar a la ciudadanía”.

Otro de los argumentos que esgrime el oficialismo sobre el proyecto que impulsa, es que disminuiría el uso de papel al imprimirse menos boletas.

NO a la caja de pandora

Los expertos en computación que pasaron por el recinto parlamentario de senadores y diputados advirtieron, sin excepciones, sobre los “graves peligros que encierra el sistema” de voto electrónico propuesto masivamente para todo el país.

“Creemos que la tecnología tiene mucho para aportar a la sociedad. Sin embargo, también conocemos sus limitaciones y por eso somos conscientes de que es prácticamente imposible construir sistemas que brinden máximas garantías de inviolabilidad como las que requiere un sistema de votación”.

Ante esta posibilidad, toda la comunidad de docentes e investigadores en matemática y computación de las universidades públicas nacionales difundieron una solicitada en noviembre pasado pidiendo al Senado que no aprobara el proyecto del Ejecutivo, que ya tenía media sanción en Diputados.

El simple agregado de un software al proceso eleccionario como propone el proyecto de ley del oficialismo no estaría garantizando características fundamentales como preservar el voto secreto, la integridad del resultado y que sea auditable para poder demostrar que “no se está haciendo trampa”.

“El que dice que tiene un sistema seguro no sabe lo que está diciendo o está mintiendo”, sentenció Sebastián Uchitel, del Conicet, en la conferencia de prensa que dio junto a otros especialistas advirtiendo sobre los reales problemas que traería el voto electrónico para el sistema democrático.

La urna electrónica “agrega un nivel de opacidad insalvable”, explica Javier Blanco, doctor en Informática y profesor de la Famaf (UNC). “En pos de la transparencia agregamos un artefacto que nadie comprende y que requiere tanto de electores como de fiscales y autoridades de mesa con cierta confianza en algo que ni siquiera pueden comprobar. Es lo contrario a lo que se declama que se busca”. Blanco también echó por tierra el argumento “ecológico” advirtiendo sobre las miles de máquinas obsoletas que se podrán tener en menos de dos años.

E-voto

Se identifican dos grandes tipos de voto electrónico. Los sistemas de registro directo o DRE (Direct Recording Electronics), donde se utiliza una misma máquina para la generación y el conteo de los votos pero que por su alta vulnerabilidad se ha dejado de utilizar en el mundo. Incluso Alemania llegó a declarar inconstitucional su uso.

Por otro lado están los sistemas de registro indirecto o IRD (Indirecting. Recording Electronic ) donde, de algún modo, se busca imitar el voto manual. Por una lado, el votante genera el sufragio en una máquina y lo plasma en un objeto físico que deposita en una urna, manteniendo el anonimato a la hora del contar los sufragios. Éste ha sido incluido en la ley que impulsa el oficialismo.

Según explicó en el Plenario de Comisiones en Diputados el matemático y criptógrafo Daniel Penazzi (Famaf, Universidad Nacional de Córdoba): “La diferencia entre ambos sistemas no consiste en que haya o no un registro en papel, sino en que no debe quedar ningún registro en la máquina que genera el voto de lo que el votante eligió”. O sea, garantizar el secreto del voto.

Incorporar tecnología puede traer mil formas de nuevos ataques y problemas. Así quedó demostrado, por ejemplo, en las exposiciones ante los Senadores donde se demostró que con el sistema de voto electrónico indirecto es posible leer la red de frecuencia del chip que tiene la boleta a dos metros de distancia con un celular o con una radio de manera muy simple. “Podría haber otras formas de vulnerar el secreto del voto, esto se demostró con tan sólo unos pocos días de pruebas”, dijo Blanco. “También es muy fácil convencer a alguien de que puedo saber cómo votó, aún sin saberlo”, agregó.

Al comienzo había un gran descreimiento respecto a los riesgos que planteaban los expertos, explicó Leandro Monk miembro de la cooperativa Gcoop y presidente de la Federación de Cooperativas de Trabajo de Tecnología, Innovación y Conocimiento (Facttic). “Creo que de a poco va habiendo más consenso de que las computadoras no hacen lo que quieren sino lo que los programadores quieren. Y los programadores pueden equivocarse o simplemente tener malas intenciones”.

Los defensores del voto electrónico indicaron que esta máquina es sólo una impresora, pero claramente el equipo interno es una computadora, según quedó demostrado en el Plenario de Senadores. Las máquinas aumentan la complejidad y se requieren mayores procesos de seguridad. Además de quedar fácilmente obsoletas, “son caras”, agregan los expertos.

Con casi todo el arco de especialistas en contra de la implementación, con minoría parlamentaria y un sin fin de experiencias internacionales que lo han descartado ¿Qué intereses defiende el proyecto del Ejecutivo sobre el voto electrónico? No queda claro, o sí.

“La razón del NO es un problema conceptual y tiene que ver con la capacidad de control ciudadano. Hoy en día cualquier persona con las técnicas culturales elementales que tiene puede controlar una elección: podemos contar papeles, escribir en un pizarrón, sumar, etc. Esto extiende enormemente las capacidades de control”, explica el profesor Enrique Chaparro, experto en ciberseguridad y secretario de la Fundación Vía Libre.

“No estamos oponiéndonos al uso de la tecnología digital en ciertos procesos de votación, creo que en particular podría aportar mucho para la transmisión de datos y la publicidad de los mismos”, dice el matemático Javier Blanco.

La jornada electoral es un acto de la democracia y necesita ser auditable sin una complejidad extra. “Si se reduce a un pequeño grupo de técnicos especializados, lo que están haciendo es transferir la capacidad de control ciudadano y un número muy pequeño siempre es fácilmente subvertirle”, dice Chaparro.

Aunque pueda resultar curioso viniendo del mundo de la tecnología, el uso de la Boleta Única en Papel - como la que se utiliza en Córdoba y Santa Fe - con el complemento electrónico al momento de la transferencia de datos (usando tablets, teléfonos o scanners con software reconocido) puede mejorar el proceso junto, con la implementación de un sistema de fiscalización on line accesible para cualquier ciudadano.

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