El Columbia y la guerra

24-02-2003

EE.UU: ¿Águilas o buitres?George LewandowskiYellow Times(...)Es trágico perder accidentalmente a siete seres humanos al tratar de atrapar las estrellas. ¿Es menos trágico perder miles tratando de atrapar el poder?Como Dédalo, el mítico ingeniero que ató a su hijo Ícaro a un artilugio alado hecho de plumas y cera, habíamos enviado a siete de nuestros mejores hijos e hijas volando alto en nuestra magnífica máquina voladora.Volando alto sobre el desierto de Texas a veinte veces la velocidad del grito más estruendoso, algo salió terriblemente mal.Cuando el exceso de confianza llevó a Ícaro demasiado cerca del sol, la cera se derritió y el triunfo de ingeniería de su padre se deshizo.Navegando a 64.000 metros sobre EE.UU., nuestra nave espacial Columbia, un moderno artefacto de placas cerámicas y tubos de aluminio comenzó a brillar al rojo blanco y a perder sus componentes. Dejó un rastro de sueños destrozados repartidos de Dallas a Shreveport.Se acabó en un destello. Perdimos cinco hijos y dos hijas.Esta noche, y mañana, y en los días por venir, EE.UU. llorará.La ironía para algunos de nosotros es que incluso al desatarse la tragedia de esta mañana, los patriarcas de la familia de EE.UU. e Inglaterra están organizando un consejo de guerra en el cual, con gran confianza en la infalibilidad de su tecnología, consideran el envío de 800 bolas de fuego en 48 horas para quemar a los hijos e hijas de Bagdad. En apariencia, la masiva tormenta de fuego de la muerte tiene el propósito de castigar al jefe de la familia disfuncional de Irak por delitos que comenzamos por apoyar pero que decidimos condenar hace poco..¿Es posible que los estadounidenses estén tan compartimentados en sus emociones que siete muertes por fuego provocan una manifestación de dolor humano adecuado, pero que una catástrofe provocada por el hombre para destruir a miles de seres humanos entre las ruinas de una de las ciudades más antiguas del mundo, es ansiada con entusiasmo como un motivo de orgullo nacional? ¿Puede realmente la misma gente que derrama auténticas lágrimas por siete águilas caídas, sentir nada sino desdén por multitudes enteras cuya aniquilación es planeada en otra pataleta de EE.UU.?(...)Dédalo, el mítico ingeniero, conocía los límites de su tecnología y las debilidades de la juventud. Trató, y no pudo, de convencer a su hijo de que no volara tan cerca del sol. El orgullo juvenil es un elixir intoxicante.Tal vez, al contemplar los estadounidenses a nuestros compañeros perdidos, deberíamos convertir nuestro pesar común en algo que tenga mayor valor moral que la auto-compasión y una búsqueda de seres más débiles sobre los que podamos deshacernos de nuestras frustraciones.Tal vez deberíamos suplicar a nuestro arrogante, joven, Ícaro, que no nos haga volar hacia el sol.1 de febrero de 2003George Lewandowski es el Director de contenidos de YellowTimes.org., este articulo fue traducido por Germán Leyens para Rebelión.org

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