DESARROLLO HUMANO SUSTENTABLE Y COMERCIO JUSTO

09-06-2014

Durante el año 2012 la población mundial superó los 7 mil millones de personas y se estima que para el año 2050 llegará a 9 mil millones. La adquisición de bienes y servicios en los últimos 50 años ha aumentado considerablemente, una franja de la población con acceso al crédito se orienta hacia un modelo de “consumir más de lo que podrá pagar”. Sin embargo, al interior de la sociedad se experimentan profundas desigualdades, lo que lleva a que el modelo de desarrollo se vea fuertemente cuestionado por las víctimas directas de sus estragos y por una parte de la opinión pública que se muestra sensibilizada. Además debemos agregar las consecuencias ambientales desfavorables que alarman incluso a quienes se encuentran en los estratos de la sociedad más beneficiados, aunque los mismos impactan con mayor violencia en los más vulnerables.

La concepción del desarrollo humano sustentable no es nueva, la misma se fue gestando a partir de los años 70 a causa de la crisis de la concepción tradicional del desarrollo económico que desde la segunda posguerra se asumió desde el discurso político desarrollista como objetivo a realizar en los países de América Latina. Además de que no es nueva, tampoco es unívoca, sino que comprende un abanico de enfoques desde algunos más “cosméticos” hasta teorías que plantean revisiones más profundas, como la filosofía política del buen vivir o “sumak kawsay" en la cosmovisión ancestral quechua, que desborda los límites de un proyecto meramente económico, social o político, adquiriendo el carácter de paradigma regulador del conjunto total de la vida. (Cortez, 2011)

El modelo de desarrollo económico hegemónico es conducido por grandes “agentes motores” del desarrollo, que dependiendo el caso y el tipo de sociedad se identifican más con el sector empresario o con el mismo Estado. En este modelo concentrador de capitales y de poder político, los aspectos “no deseables” de la actividad económica son a lo sumo considerados como elementos condicionantes, que generan cuestionamientos parciales al desarrollo, dando lugar a medidas paliativas o correctoras de algunas dimensiones.

Sin embargo, una comprensión más amplia de la economía como la que orienta las prácticas de economía social nos llevará a revisar la noción de agentes impulsores del desarrollo, recursos, necesidades y modo de satisfacerlas. Desde la democratización de la economía característica de la economía social podemos hacernos las siguientes preguntas y muchas otras: ¿Qué necesidades reales tenemos? ¿Qué soluciones alternativas podemos encontrar a las mismas? ¿Cómo desarrollamos la actividad económica? ¿Cómo pensamos a largo plazo en nosotros y en todos los seres de este planeta? Mayor equidad, pluralismo económico a nivel de los actores organizadores de iniciativas económicas y mayor democracia en el mercado con empresas más eficientes son elementos que favorecen la construcción de un modelo de desarrollo diferente y desde los cuales podemos ir disputando espacios a la economía capitalista.

Comercio Justo y consumo responsable

Como uno de los intentos por alcanzar la sustentabilidad nace el movimiento del Comercio Justo, proponiendo otro modo de comercialización y abastecimiento que se propone compatibilizar criterios económicos, sociales y ecológicos. Podemos identificarlo como una red en la que diversos actores buscan acortar la distancia entre productor y consumidor, llevar a cabo un comercio más equitativo y evitar la larga cadena de intermediarios que normalmente existe en el comercio tradicional.

Ahora bien, en la realidad existen por lo menos 2 modalidades del comercio justo:

Aquellas experiencias que se basan primordialmente en la relación Norte/Sur, que suponen la participación de: productores, ONG's, centrales de compras, importadores, agencias de certificación y tiendas de comercio justo capaces de vehiculizar en grandes cantidades el comercio internacional desde un enfoque alternativo. Para entender este tipo de prácticas se sugiere visitar el sitio: http://www.sellocomerciojusto.org/es/sobrefairtrade/queesfairtrade.html

Aquellas experiencias de alcance local o regional que buscan reforzar los lazos entre productores agropecuarios o artesanales con los consumidores urbanos, buscando fortalecer no solamente la igualdad de oportunidades y la inclusión social sino otra forma de hacer economía y de relación con el medio ambiente. Una práctica interesante de este estilo puede visitarse en el sitio: http://asamblearia.blogspot.com.ar/p/mercado-bonpland.html

Ya sea que se avance más en una u otra perspectiva, lo central será pensar en mecanismos concretos que nos permitan avanzar en una visión de la economía social “alterativa” de la actual matriz productiva y de las lógicas predominantes de distribución y consumo. Es decir, podemos cambiar la matriz productiva cuando revisamos como sociedad las decisiones en torno de qué bienes y servicios producir y nos orientamos a satisfacer las necesidades de las comunidades en lugar de buscar incrementar el rendimiento de un capital. Cambiamos las lógicas de distribución y consumo cuando introducimos lógicas de reciprocidad entre productores y consumidores. Para ello será necesario trabajar en una educación continua para que el comercio y el consumo se tornen actividades con sentido humano. La ciudadanía puede convertir su capacidad de compra en un importante instrumento de presión y de transformación social, esto nos han enseñado las cooperativas de consumo que surgieron a fines del siglo XIX en nuestro país. Pero sin duda es un desafío incorporar a dichas prácticas: la sustentabilidad ambiental, la mayor información y concientización ciudadana, la comprensión de que las cooperativas deben buscar el beneficio de todos los actores que se vinculan en la cadena productiva y de prestación de servicios, desde el productor hasta el consumidor. El movimiento de comercio justo, introduciendo criterios económicos, sociales y medioambientales ha aportado esta mirada de integralidad y por tanto tiene mucho que ofrecer en la construcción de nuevas formas de economía y de vida, tan necesaria en estos tiempos de crisis.

Jorgelina Flury

Magister en Ciencias Sociales con Orientación en Educación. Especializada en Economía Solidaria y Desarrollo Sustentable. Trabaja en el Centro de Estudios de la Economía Social de la UNTREF como coordinadora académica y como docente del Curso de posgrado Economía Social y Dirección de Entidades sin Fines de Lucro en modalidad presencial.

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