La falta de seguridad es el gran tema que hoy afecta al campo argentino.
La violencia desenfrenada, el ultraje a familias y la zozobra azotan a pueblos y ciudades. No queremos ser más pasivos espectadores de una película de terror que transcurre en la vecindad y golpea nuestras vidas.
Estamos convencidos que debemos interactuar entre el sector público y el privado para buscar una solución a este problema.
Frente a esta coyuntura desgraciada tenemos que comenzar a agilizar los procedimientos legales mediante una modificación y actualización de los códigos que aseguren el orden y la equidad, satisfaciendo la legítima pretensión de acceder a la justicia con resultados concretos y sin desidia funcional.-
Estamos convencidos de que la situación de inseguridad en el campo requiere una organización judicial distinta, con fundamentos en leyes que permitan combatir con eficacia el delito. Requerimos acciones directas de los funcionarios judiciales, pero también reconocemos que no existen infraestructuras suficientes ni proyectos a corto plazo para asegurar la internación de los delincuentes como responsabilidad directa de los ejecutivos nacionales y provinciales.
Apenas tres meses atrás advertíamos sobre la incapacidad manifiesta en todos los estamentos del Estado, ya sea nacional, provincial o municipal, para solucionar este grave problema de la inseguridad. Afirmamos oportunamente que el exceso de garantismo no aseguraba una sociedad más ordenada. La sociedad exigía - y exige- resultados concretos ante las sucesivas situaciones de violencia.
Lamentablemente los hombres de campo nos encontramos hoy más preocupados por mantener nuestras vidas y la de nuestras familias que en mejorar la producción, la productividad y la renta.
Lamentamos repetir que en la Argentina de hoy fallan las Leyes y las instituciones que deben hacer ejercer su autoridad. Insistimos en que los políticos no encuentran el camino para ejercer poder sobre quienes deben garantizar la seguridad. Fracasamos en la discusión política sobre este tema fundamental y nos convertimos en víctimas de la violencia y de un sistema perverso que impide frenarla.
Prensa Coninagro
