COMUNICACIÓN DIGITAL PARA LA TOMA DE DECISIONES

09-02-2015

La toma de decisiones es un proceso crucial en la vida de toda organización, que consiste en la elección de un curso de acción para la resolución de diferentes problemas; actuales o potenciales. Este proceso se encuentra integrado por la secuencia de distintos pasos: definición de problemas, recopilación de datos, generación de alternativas y selección de un curso de acción específico. En todo el proceso y en cada una de las etapas que lo conforman, distintos actores que integran la entidad toman decisiones de manera constante desde la identificación del problema hasta la elección del rumbo a seguir para solucionarlo. A su vez, muchos de ellos toman parte en la misma decisión, aportando desde sus conocimientos, área de trabajo o incluso desde sus propios intereses, su opinión sobre el curso de acción a seguir por la entidad. Este es el caso de las entidades de la economía social en general y dentro de ellas, las cooperativas, caracterizadas por una gestión democrática en la cual, desde la asamblea de asociados como órgano soberano, pasando por las comisiones abocadas a temas específicos, llegando a la administración cotidiana por parte del consejo de administración, todos sus integrantes deben tomar parte en el proceso decisorio.

Este ha sido un punto de análisis específico de la teoría, dotado de una comparación permanente entre la toma de decisiones grupal frente a la individual, llevada a cabo por los responsables y líderes formales (presidente, gerente, supervisor, etc.). De esta manera, las ventajas que presenta la confluencia de los puntos de vista de la mayor cantidad de integrantes de los grupos de trabajo y las organizaciones (aportes en calidad y cantidad de conocimientos, experiencias e información) le concede a la participación un rol cada vez mayor en la definición de los procesos de toma de decisión. Esta tendencia se ejemplifica claramente si analizamos el cambio de paradigma que se ha dado desde los modelos de producción fordistas de cadenas de montaje, a los modelos toyotistas de producción y comunicación en red, en donde los integrantes de la organización toman parte en las distintas etapas del proceso decisorio y aportan información relevante para la elección final por parte de los responsables formales.

En el otro extremo, se señala dos tipos de desventajas de la toma de decisiones grupales, las primeras relacionadas a la dinámica y conformación de cada grupo (predominio de subgrupos, presiones por intereses internos, excesivo conflicto, etc.), y las segundas identificadas con los mayores costos que se incurren en una toma de decisiones con una cantidad creciente de participantes. Aquí se ponen en cuestión tanto los costos de los recursos invertidos para informar y comunicar a los grupos decisores, como los tiempos más laxos en los que se lleva a cabo el proceso.

Este último aspecto es un argumento muy utilizado en la crítica a las formas de organización democráticas, puntualizando los mayores costos de tiempo necesarios para llegar a una decisión cuantos más participantes estén involucrados, como también los costos relacionados al traslado y disponibilidad de los mismos en los espacios de toma de decisión.

Esto no es otra cosa que plantear las dificultades de poder reunir amplios grupos de personas, congeniando tanto el lugar físico como los tiempos de cada uno de ellos.

Ante estas dificultades que se presentan en todo tipo de organizaciones, el avance en las tecnologías, principalmente las de la comunicación, y las metodologías utilizadas en base a estas, aparecen como respuesta que permite compatibilizar la gestión y decisión en grupos numerosos, con costos y barreras generalmente asociadas a esas dinámicas, contribuyendo a superar un punto de crítica identificado con entidades democráticas con amplios volúmenes de participantes y extensión de procesos de elección.

Un primer punto de referencia es el envío de información relevante para la toma de decisiones, como por ejemplo, la disponibilidad de los estados contables en el sitio web institucional de grandes cooperativas de consumo. En estos casos, el derecho a la información que puede solicitar el asociado que en otros momentos sólo se podía ejercer en la sede de la cooperativa, rompe barreras de distancias, aproximando en cuestión de segundos un elemento fundamental para ejercer sus derechos como integrante de la entidad.

En segundo lugar, las nuevas posibilidades que brinda la telecomunicación, permiten confluir grandes grupos de personas que no podrían encontrarse en el mismo lugar físico al mismo tiempo. De esta manera, los integrantes del consejo de administración de una cooperativa agropecuaria cuyos integrantes tengan sus unidades productoras a kilómetros de distancia entre ellas, podrán cumplir con la periodicidad de reuniones y posibilitar que todos sus miembros estén presentes, de manera virtual, en momentos de tomar decisiones.

Por último, esto no quiere decir que los procesos decisorios y la participación deban pasar por completo a la esfera de las nuevas tecnologías. Más bien, estas herramientas son el punto de acercamiento y de complementación para construir y mejorar los procesos de tomas de decisiones democráticas (como instancias de consulta entre y hacia órganos y comisiones, o debates a través de foros), sin aumentar los costos asociados y complejizar innecesariamente procesos que, sin lugar a dudas, tienen por finalidad integrar a las personas en las elecciones que las afectan como propietarios y controladores de empresas sociales.

Flavio Erlicher

[email protected]

Centro de Estudios de la Economía Social

Universidad Nacional de Tres de Febrero. Licenciado en Economía de la Universidad de Buenos Aires. Su orientación profesional es en el campo de la construcción de indicadores sociales y de participación democrática. Docente del curso de posgrado en economía social y dirección de entidades sin fines de lucro de la UNTREF.

Suscribite al newsletter

COLSECOR Noticias

* no spam