Cómo maridar el libro y la TV y no claudicar en el intento

30-10-2018

Por Aleja Páez | Colombo argentina. Periodista, profesora universitaria e investigadora.

Imaginar un programa sobre libros puede ser poco común en la actualidad pero tampoco se trata de algo completamente extraño. Con la multiplicidad de sistemas de distribución, existen contenidos de casi cualquier tema en las ofertas de aire, Cable, los paquetes codificados y demás alternativas vigentes. Lo que sí resultaba una rareza era concebir el debut de un ciclo dedicado íntegramente al mundo de la literatura en la década de los '80, cuando los escritores y las escritoras no se veían en la TV y muchos de ellos directamente consideraban un disparate aparecer ante una cámara.

En 1987, apenas unos años después de la restitución de la Democracia, esa idea inédita de maridar la palabra escrita con el audiovisual se materializó con el lanzamiento de Los 7 Locos en la pantalla de Canal 13, en ese momento aún de gestión pública. El nombre se eligió en homenaje a la novela homónima (1929) del escritor argentino Roberto Arlt. Las figuras detrás de ese ciclo a tientas poco atractivo para el público masivo eran la periodista Cristina Mucci, que por entonces desde las páginas de La Razón editaba la primera sección de Cultura en un diario argentino, y el escritor Tomás Eloy Martínez, recién regresado del exilio. El planteo era dedicar un espacio de discusión a obras literarias clásicas y a los lanzamientos del circuito nacional. Por su experiencia en el periódico, la conductora había identificado el creciente interés de las personas por las publicaciones locales y por la cultura en general.

El horario inicial resultó casi imposible. Iban los martes a la medianoche después de un programa conducido por Mariano Grondona y Bernardo Neustadt, que solía excederse por lejos más de lo correspondiente e impacientaba a los conductores debutantes. Esa situación, sumada a la difícil relación con los directivos del canal, hizo que Los 7 Locos durara poco en la grilla del 13. Un par de años después se mudó a la pantalla de Canal 7 (entonces ATC), esta vez con Carlos Ulanovsky en el lugar de Eloy Martínez.

Como recordó hace unos años Mucci en una entrevista con Página/12, “Tomás Eloy había tenido la idea en Canal 13 de llamar el espacio Los 7 Locos. Yo quise seguir con el mismo título para mantener la idea de continuidad. El título estaba registrado como propiedad de los herederos de Arlt. En la sucesión estaban peleados pero los abogados arreglaron con el canal el pago de un derecho”. Sin embargo, al poco tiempo de haber logrado mantener el nombre, la conductora y Ulanovsky fueron despedidos y el programa se quedó sin aire.

Lo que comenzó fue una lucha por la supervivencia. Esta vez en solitario, Mucci diseñó una estrategia comercial muy sagaz que consistió en solicitar una cuota de patrocinio baja e igualitaria sin discriminar por el tamaño de las empresas anunciantes. Así logró el respaldo de una veintena de editoriales y otras compañías gracias a las que pudo insertar su ciclo en el Cable. Primero en Cablevisión, donde logró tener cinco repeticiones semanales, y luego en VCC, Multicanal y otros. Hasta que a mediados de los '90 fue convocada por Canal (á), una señal privada temática dedicada a la cultura, y se mudó hasta la década siguiente. Poco a poco el contenido pasó de ser sólo la crítica de libros y las entrevistas a escritores y literatos a convertirse en un abordaje más completo de la escena cultural que incluía el teatro, el cine y las artes plásticas. Pese a encontrarse cómoda en la programación de Canal (á), Mucci siempre consideró que su programa no debía ser comercial sino que debería pertenecer a la esfera de lo público como un servicio. Por eso, luego de una negociación nada sencilla, logró regresar en 2001 a Canal 7.

A más de 30 años de su primera emisión, por Los 7 Locos han transitado cientos de exponentes de la escena cultural nacional e internacional. No sólo escritores sino también dramaturgos, caricaturistas, directores, curadores, intérpretes, cantantes, entre otros. Aunque no existe un registro exacto, la producción del ciclo calcula más de 1000 programas casi ininterrumpidos, la mayoría de ellos disponibles en el sitio web del canal y en YouTube. Se trata de un verdadero récord en la industria de la televisión vernácula, superada sólo por las cifras de Mirtha Legrand. Sin embargo, podría señalarse que el trabajo de Mucci tiene un mérito especial debido a que ha perdurado con un contenido poco típico para el circuito más mainstream de los medios. E incluso en un horario no tan atractivo como es el de los sábados a las 16 horas en la TVP, mantiene una audiencia regular con el paso de los años y la famosa crisis del rating.

Además, se trata de un espacio que refuta aquel lugar común sobre la incompatibilidad entre la literatura, considerada como un arte elitista y excluyente, y la televisión como síntesis del entretenimiento masivo e irracional. Ni el ejercicio de la lectura debe considerarse como una parcela exclusiva de ciertos sectores sociales ni todo lo que aparece en la pantalla es de por sí un contenido escaso de crítica o elaboración creativa. Al contrario, un programa como Los 7 Locos nos muestra una intersección interesante en la que una entrevista en la TV puede servirnos como disparador para interesarnos por la obra de una escritora o un escritor, o a la inversa, a partir del conocimiento de ciertas publicaciones podemos sentirnos motivados a ver un reportaje a su creador o creadora.

Probablemente la fórmula de este maridaje poco común no sea más compleja que la dedicación y profundidad con la que se abordan los temas. Todo con el sello de una autora muy consciente de la valoración cultural y su relación con lo público.

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