Luis Eduardo Buenaventura nació hace 47 años en Cruz del Eje provincia de Córdoba.
Su padre trabajó como peón ferroviario y su madre como ama de casa.
“Los mejores recuerdos de mi niñez son en Cruz del Eje, cuando alegría era lo que sobraba. Mi mamá decía no será mucho, pero es lo que hay, nos inculcó la solidaridad desde chicos”, cuenta Cacho emocionado.
“Esto me ayudó mucho en la crianza de mis hijos”, agrega.
El próximo mes de enero se convertirá en abuelo, su hija mayor está embarazada.
Esta actitud lo motiva a seguir adelante fomentando la solidaridad a través de su trabajo, difundiendo la labor de entidades benéficas y participando de distintos eventos y actividades.
Describe su adolescencia como maravillosa. De esta etapa le quedaron los recuerdos de ir a robar duraznos de los vecinos a la siesta con los amigos y de la guerrita con granadas.
“Es muy diferente a hoy. Los jóvenes se exponen a otro tipo de cosas, nosotros éramos muy sonsos”, dice.
Cuando se le pregunta acerca de lo que lo indujo a convertirse en humorista cuenta: “Siempre fui el más gracioso de todos, a los 14 años me inscribieron en un concurso de aptitudes artísticas, salí último, pero lo importante que me divertí mucho en el escenario y eso me sirvió para darme cuenta de que esto era lo que me gustaba, pero nunca imaginé que esto sería mi futuro”.
“En mis chistes siempre cuento cosas de mi niñez, de mi infancia. Cuando era chico imitaba a los personajes del pueblo y eso era lo que más le gustaba a la gente, porque se veía reflejada en lo que yo les decía”, reflexiona.
Dice que uno de sus más grandes deseos es lograr mantener la frescura e inocencia de sus comienzos como humorista. “Siempre me han dado premios por ser el mejor actor cómico, mejor showman, mejor humorista, pero nunca uno por ser el tipo más gracioso, que es en realidad lo que me considero”.
Se considera una persona feliz, “hasta el llanto me provoca felicidad. Me doy cuenta que estoy vivo cuando tengo esas sensaciones”, afirma.
