Muchas civilizaciones antiguas conocían y valoraban las bondades de la especie caprina. La mitología griega ubicó en la figura de una cabra a Amaltea, la nodriza de Zeus que con su leche nutrió al pequeño hijo de Cronos que se convertiría en el gran Dios del Olimpo. Amaltea contaba con admirables cuernos y cuando uno de ellos se quebró, comenzó la historia del cuerno de la abundancia, aquel de cuyo interior salía todo lo que se deseara.
En Argentina, la ganadería caprina se encuentra a lo largo y ancho del país, desde la pampa húmeda, hasta las regiones más carenciadas. Las cabras criollas, obviamente menos estimadas que las helénicas, con su impasible indiferencia y sin reproches, dan cátedra de aguante, solidaridad y beneficencia.
Estas bóvidos de modestas pretensiones se enferman poco, comen lo que hay, toleran temperaturas y condiciones climáticas extremas, y se adaptan a condiciones donde otras especies ni siquiera podrían sobrevivir. Brindan leche y carne a miles de pequeños ganaderos; son el medio de subsistencia de 52.000 familias argentinas.
La soledad del potencial productor de ganado caprino, lejos de la capacitación para el desarrollo y la competitividad, de la modernización tecnológica, de planes para la reconversión productiva sustentable, y de programas de créditos -reservados para sectores agroganaderos acomodados-, lo relega a la conformidad con su nivel de economía de subsistencia.
Hace dos años, un equipo técnico de la Agencia Córdoba Ciencia comenzó un relevamiento de criadores caprinos por el norte cordobés. Recorriendo los departamentos de Tulumba, Río Seco y Sobremonte, los técnicos se encontraron con campesinos aislados que, cada uno por su lado, se las arreglaban para subsistir con la venta o el canje de algún cabrito de vez en cuando. El diagnóstico recomendaba promover el fortalecimiento de los recursos humanos para conducir con eficiencia y eficacia el proceso de desarrollo, además de la necesidad de orientar un proyecto que aunara esfuerzos de diferentes productores para que el volumen de mercadería facilite las probabilidades de venta.
Buscando el lugar indicado para instalar una planta de enfriamiento que acumulara la leche de los pequeños ganaderos, los técnicos llegaron a Rayo Cortado. Allí, la flamante Cooperativa de Viviendas, Crédito y Consumo, Servicios y Obras Públicas y Sociales, los recibió como a enviados del Señor.
Esta entidad, conformada por jóvenes cooperativistas que buscaban con ansiedad el origen de algún emprendimiento a través del cual concretizar sus intenciones de mejorar la economía de la región, se comprometieron inmediatamente con el proyecto.
La planta láctea caprina de Rayo Cortado recibe la leche de cabras de, por ahora, 24 productores de la región. En este establecimiento, la leche es esterilizada, pasteurizada y envasada para su comercialización, o bien trasladada a la tina quesera, donde será prensada, moldeada y salada.
El Ministerio de Salud de la Provincia fue el primer cliente de este emprendimiento, e incorporó la leche de cabra en las dietas de sus dispensarios para los menores que no toleran el alimento de la vaca. Es que, como bien sabían los griegos, este producto lácteo cuenta con características de suma importancia para la alimentación humana. Debido a la semejanza con la leche de la mujer y su fácil digestión, hace que los niños de poca edad puedan tomarla sin riesgos, lográndose así un buen sustituto de la leche materna. Por otro lado, la leche de cabra presenta un contenido bueno de proteínas, materia grasa, azúcares, vitaminas A y B, calcio, fósforo y potasio, su contenido en sodio es más bajo siendo este un aspecto particularmente importante para ciertas aplicaciones dietéticas.
Por estos días, los fundadores de la Cooperativa de Rayo Cortado van dejando atrás las dudas acerca de la prosperidad de su bonanza, los productores de la región descubren un nuevo horizonte económico, y la planta, sin llegar a ser el cuerno de Amaltea, promete bienestar, progreso y saludables productos derivados de las nunca bien ponderadas y sacrificadas cabras criollas