En los años 50 y 60, el aparato de televisión se convierte en el centro de la vida familiar de los EEUU y comienzan a producirse series ambientadas en el espacio doméstico de la clase media. El paradigma de lo que luego se configura como un género -la sitcom o comedias de situación- es Yo quiero a Lucy, en los años 50. Junto con las comedias también aparecieron series de ciencia ficción y terror como La dimensión desconocida, Alfred Hitchcock presenta y otras policiales o de aventuras como El fugitivo o de humor como El agente 86. Todas estas series coinciden en que tienen argumentos sencillos, un hilo narrativo central y personajes relativamente planos.
Pegando un gran salto, en los 90 las series se vuelven más complejas y los personajes adquieren espesor psicológico, donde aparecen personajes con lados oscuros, con aspectos buenos y malos, que hacen que la gente los quiera y los odie a la vez. Es el momento de auge de las historias de médicos y hospitales, al estilo E.R. emergencias, aunque las sitcom siguen ocupando el centro de las pantallas: Friends es un buen ejemplo. Pero aparecen en estos años dos productos que no solo cambian la estructura de la serie tradicional sino también el modo de relación de los espectadores con ellas.
Twin Peaks y al poco tiempo X files se convirtieron rápidamente en fenómenos sociales, además de televisivos, con una gran adherencia de público. Desde la narrativa, en ambas hay varios argumentos en simultáneo que se entrelazan, las historias pasan a ser más oscuras, se mezcla la “realidad” representada y elementos paranormales, se comienzan a confundir los géneros y las categorías morales: el bien y el mal se vuelven borrosos. X files es además uno de los primeros productos de la era de Internet, cuando comienza a cambiar el modo de ver las series y la relación de los públicos con ellas.
Internet: Otra forma de mirar
Utilizando la web, los espectadores comienzan a tener una intervención mayor sobre los productos mediáticos, expanden los relatos, producen contenidos, crean clubes de fans, proponen historias alternativas, donde los elementos de una ficción desbordan la pantalla y se dispersan a través de múltiples canales de distribución. Este fenómeno es conocido como transmedia. Pero además la tecnología permite un cambio fundamental en el modo en que se mira una serie: ya no hace falta esperar la próxima entrega. Se pueden ver varios capítulos o toda junta en una maratón de fin de semana. Es decir, se rompe el pacto de la espera, que formó parte de la serie desde sus comienzos.
Si existe un paradigma de las series de la era de Internet, sin duda es Lost (2004-2010). La creación de J.J. Abrams combina varios universos paralelos y además pasa revista a diversos géneros: combina series de médicos, de catástrofe, telenovela, ciencia ficción, policial y otros. Incluye hasta temas de física cuántica y es eminentemente intertextual, o sea, atraviesa diferentes tipos de textos y relatos: desde los nombres de algunos personajes o lugares hasta los libros que lee el personaje de Sawyer son señales a los espectadores.
Lost juega como nadie antes con el tiempo narrativo, usando sistemáticamente el flashback y desde la tercera temporada, los (en su momento) sorprendentes flash forward o escenas del futuro. Más tarde suma los flash-sideways o historias laterales en las que muestra a los personajes en mundos paralelos. Por otra parte introduce los pliegues del tiempo dentro de la historia narrada.
La conversación colectiva
A partir de Lost se crearon gran cantidad de sitios web, se escribieron libros aparecieron videojuegos y hasta una Lostpedia. Ninguna serie activó tanto la participación del público; fue como una gran conversación colectiva. Se crearon juegos que ofrecían historias entrelazadas con la serie, se desarrollaron otros formatos como los mobisodios (para dispositivos móviles) y se creó un conjunto de mini-capítulos llamados Lost: missing pieces. Lost creó espectadores exigentes e inteligentes, elevó el estándar narrativo de las series y educó nuestra mirada.
En los últimos años y en todos los géneros las series proliferan sin parar, al tiempo que se vuelven más sofisticadas, tanto narrativa como estéticamente y más complejas temáticamente. Incluso la sempiterna sitcom, se renovó no solo en su temática llena hoy de personajes disfuncionales, alejados de la idílica familia de los 50 sino también en los modos de narrar. Así vemos, por ejemplo, Modern family como una docu-comedia, donde los personajes dan testimonio sobre el desarrollo de la historia narrada mirando una cámara de mano.
Algunos productos como Mad men, Breaking bad, Game of thrones, House of cards, 24 o la breve True detective, aún con temáticas totalmente diferentes se convirtieron en series de culto y congregaron millones de fans.
Y sobrevolando todo lo que dijimos -literalmente fuera de serie- está la saga más importante de los últimos 25 años, aquella que revisitó toda la cultura contemporánea, incluidas las series que nombramos: The Simpsons. Pero esa es otra historia.
Ariana Vacchieri
Especialista en comunicación. Integra el área de Comunicación y Cultura de FLACSO Argentina y dirige el curso prácticas de lectura en la era digital. Tiene diplomas de posgrado en opinión pública y medios de comunicación y en gestión de la comunicación y la cultura. Ha sido investigadora y docente en diversas instituciones (UBA, FLACSO, UNJU) y consultora comunicacional (OEI, OIT, UNESCO). Actualmente es consultora en el programa Conectar Igualdad del Ministerio de Educación.