Hugo Kogan es conocido por el público en general por ser quien inventó el “magiclick”, elemento que vino a facilitar nuestras vidas, pero en el ámbito del diseño, Kogan es `palabra mayor´ y uno de los pioneros del nacimiento del diseño industrial en Argentina. “Extremadamente talentoso y sencillo”, me dice un amigo que siguió esa carrera.
La entrevista comenzó al revés. Luego de sentarnos y de entregarle dos ejemplares (uno antiguo y uno actual) de COLSECOR Revista, el que comenzó con las preguntas fue Hugo, que al minuto de tener la publicación en sus manos y ver que una es levemente más grande que la otra, me sorprende diciendo:
- Te voy a hacer una pregunta ¿por qué le cambian el formato?
- Lo cambiamos por un tema de imprenta y por las mayores posibilidades de conseguir este papel, le digo
- Es una maravilla, porque esto muestra las problemáticas con las que los diseñadores nos encontramos siempre. Bueno, ahora aprovechen y quédense con el último...
Y así comenzó el diálogo...
¿Cómo es para un diseñador desarrollar su profesión en Argentina?
Para hablar del diseñador en Argentina hay que hablar de nuestro país. Argentina no tiene un programa nacional industrial y los diseñadores industriales trabajamos para ese sector. Esto significa que el parque industrial argentino se va agrandando y achicando según las políticas que reinan en ese momento. En el caso de las pymes, son las que mayor ocupación tienen de personal en el país. Entonces tenemos épocas de gran desarrollo de las Pymes a través de sistemas de protección, de buena regulación de los valores del dólar etc, y otras ocasiones donde se abre la importación de golpe y cambian las condiciones. Y las Pymes, que son las empresas donde en general los diseñadores trabajamos, ven que empiezan a ingresar productos y que no pueden producir porque es imposible competir. En este sentido, todavía estamos en una era donde lo que vale es el precio y no el valor, porque el valor intrínseco de un producto es independiente de su precio. Pero estamos en una época donde el consumo se da a través de decisiones de precio. Entonces son situaciones complejas para el diseñador ¿Por qué? Porque también son situaciones complejas para el dueño de una Pyme, que muchas veces para sobrevivir tiene que desplegar una cantidad increíble de estrategias.
¿Cómo lo ve hoy?
En este momento a las pymes les favorece el sistema de protección que hace que sea muy difícil importar. Todo esto está bien en la medida que las empresas sepan que se trata de etapas que no duran para siempre y puedan ver más allá. ¿Qué significa eso? Que lo ideal es que busquen invertir para optimizar la competitividad a través de la producción, con nuevas máquinas y herramientas, con nueva cultura, con buena cantidad de ingenieros e investigadores. Tratando de pensar a la empresa a nivel mundial, que pueda competir no con China ni con India, sino de alguna manera buscando nichos... y este debería ser el proceso. Lo que pasa es que por mi experiencia, en general las Pymes no hacen esto. Entonces cuando se termina la época de protección quiebra el 50% del parque industrial.
Usted resalta como una característica Argentina la cantidad de Pymes
En realidad, en nuestro país las Pymes cubren el 60% o 70% de los puestos de trabajo. Cosa que no pasan por las grandes compañías, fijate vos la incidencia que las Pymes tienen en la salud económica del país. Miles de familias viven de esto. Y sin embargo desde el punto de vista del gobierno, no fueron tomadas con un programa sostenido en el tiempo. Entonces, se han acostumbrado a trabajar con programas a corto plazo y al ser cortoplacistas no se preparan para épocas con otras condiciones. Ese cortoplacismo es gravísimo para las pymes, para la gente y para el país porque se desarrollan poca cantidad de nuevos productos de calidad para resolver los problemas de la gente. Este es un aspecto altamente negativo. Es un tema serio que nunca fue tomado como política de estado.
¿Hay un diseño Argentino?
Siempre hay un tema con este asunto de la identidad del diseño. Sin duda convivimos en un entorno de diseño internacional, que de alguna manera refleja lo que es la cultura visual de la gente. Ahora bien, en Argentina y también en Latinoamérica, las Pymes trabajan en bajas series, por un tema de costos. Ese tipo de producción en series pequeñas de alguna manera define una manera de diseño que lo diferencia de otros países. Entonces creo que una de las características propias del diseño argentino y latinoamericano tiene que ver con las bajas series de producción que obligan a trabajar con tecnologías de mucha menor inversión, sin matricerías, con una gran inteligencia puesta en procesos de producción que cumplan con normas e imagen de producto internacionales, pero en baja serie.
En Argentina los profesionales son multifacéticos y eso suele dar un `valor agregado´, ¿Lo piensa de esta forma en el diseño?
Sin ninguna duda. Creo que vivimos en un país donde la flexibilidad y la capacidad para adaptarse es central. La supervivencia se da a través de esa flexibilidad. En entender cada etapa distinta del país, y ese rasgo entra el aspecto que mencionaba sobre la necesidad de un programa nacional. Porque si la industria no prospera, el diseñador no tiene trabajo, ese es un vínculo absoluto.
¿Cómo observa el desarrollo del diseño en nuestro país?
Creo que a la actividad de los diseñadores le falta continuidad. Esa misma falta de continuidad que hay en las empresas genera espacios temporales vacíos entre una actividad y la próxima. Esto se traduce en atrasos. Atrasos formales, de tecnología, de conocimiento por parte de los profesionales del diseño. Entonces esto es pérdida no solamente para las empresas sino para todo el que trabaja en torno a ellas. Los profesionales dejan de estar actualizados y muchos salen del diseño para hacer otras cosas. Perdemos un capital de trabajo y de conocimiento enorme, de grandes costos en formación de profesionales y estas oscilaciones habituales que tenemos cada 8-10 años en Argentina, donde por un cambio ideológico en relación a que si un país tiene que ser agrícola- ganadero, industrial o ambas cosas, encontramos que las empresas tienen que sobrevivir dentro de nuevas formas, lo que conlleva grandes dificultades y recién pueden pensar en diseño cuando vuelven a estabilizarse, a recuperar su capital de trabajo, etcétera. Entonces con esos baches se pierde esa continuidad tan necesaria para que haya un crecimiento permanente. Vuelvo a la idea: si hubiera un plan que les garantizara continuidad, las Pymes invertirían a mediano o largo plazo. Podrían trabajar mucho más para diferenciarse, y esa diferenciación es central.