A conquistar América

16-07-2018

Martín Eula | Periodista

Es el último equipo argentino que la levantó y la tuvo en sus manos después de un desarrollo con miles de piedras que superó en base a mentalidad, fútbol y determinación, legados indelebles que le inculcó un entrenador que aún se mantiene en su cargo, producto de una continuidad impropia del esquizofrénico fútbol argentino.

Se trata del club que más la ganó en este siglo, a partir de la sapiencia y la prédica de un hombre al que llamaron Virrey y de jugadores que se metieron en la historia: uno de ellos es el actual comandante de esta nueva obsesión y uno de sus jugadores conoce perfectamente la miel de este éxito.

Es el más ganador de la competición, el Rey de Copas hasta nuevo aviso, el de la mística recuperada por un entrenador que debió superar prejuicios tan futboleros al no ser del palo. No sólo con ese saludo inicial de sus jugadores, que ya es marca registrada, lo ha logrado: tiene una idea y la respeta en cualquier cancha del continente.

Se trata del primer club argentino en ser campeón mundial de clubes, con un gol en blanco y negro que cada año rememora aquella epopeya de 1967. Desde entonces, busca esa zanahoria que le ha sido esquiva, atravesó distintas crisis hasta rozar con la desaparición, pero -desde hace un buen tiempo- está de vuelta y quiere la verdadera vuelta -la olímpica-.

Es el club de los no denominados grandes que más la levantó: de hecho, sólo dos de los gigantes la consiguieron más que él. Y más allá del presente, le sobra mística en este tipo de ámbitos por un legado que recorre generaciones y lo une un apellido que a esta altura de los acontecimientos ya es ilustre para la institución (y también para nuestro fútbol).

Se trata de la Cenicienta de este selecto grupo, ya que por primera vez en su historia llegó hasta esta instancia. Fruto del esfuerzo, de superar etapas de a una, de un ídolo que parece parido por otra época y del comando de un entrenador que ya hizo historia en otro equipo poderoso del interior, no se conforma. Nunca se conforma.

River, Boca, Independiente, Racing, Estudiantes y Atlético Tucumán metieron un pleno: todos los equipos argentinos que comenzaron la fase de grupos de la Copa Libertadores pasaron de ronda y accedieron a octavos de final. Y generaron que en los primeros días de junio, la agenda deportiva cambiara su eje, dejara por unas horas la fiebre mundialista y depositara su atención en el sorteo. El hincha argentino, más fanático de su club que de la Selección, vivió un sorteo que deparó -como de costumbre- certezas y elucubraciones que regresarán a escena cuando vuelva a rodar la pelota (el 7 de agosto) en la Copa Libertadores.

River-Racing es "el" partido de octavos. El clásico más añejo del balompié nacional cruzará a dos entrenadores ambiciosos y que fueron compañeros en el Millo como Marcelo Gallardo y Eduardo Coudet. Lo peor que te puede pasar es enfrentar a un equipo de tu propia liga. Es una ley no escrita pero que rige para todos, por eso se trata de un cruce que presagia exceso de adrenalina. River buscará lavar la herida que le provocó la caída en semifinales con Lanús del año pasado y tanto tardó en cicatrizar: fue el primer sopapo de la era Gallardo en cruces directos, lo que parecía su especialidad. Con un plantel de figuras y roce internacional, intentará doblarle la mano a un equipo que rápidamente absorbió el método del Chacho y deberá reemplazar a esa joyita que es Lautaro Martínez (vendido en una fortuna al Inter de Italia). Racing saca pecho con el invicto que tiene ante River en torneos internacionales.

El que salga ileso de este duelo puede enfrentar a Independiente en cuartos de final. Con Ariel Holan, el Rojo recuperó su estirpe en estas lides y lo demostró en la pasada Copa Sudamericana, la que ganó nada menos que en el Maracaná. Ahora deberá superar al Santos, que de ninguna manera -claro- es el de Pelé, pasa por algunos sobresaltos aunque puede resultar un peligro. Más que nada si en el plantel cuenta con un pequeño de 17 años que se llama Rodrygo Goes, al que en Brasil comparan con Neymar. Real Madrid ya se lo aseguró en 45 millones de euros.

Por esta parte del cuadro aparecen otros dos argentinos. En primer lugar Estudiantes, que pasó de manera angustiante y milagrosa a octavos de final. Deberá fajarse con Gremio de Porto Alegre, el defensor del título que mantiene la base campeona del 2017 bajo la tutela de Renato Gaúcho. Un enorme desafío para un Pincha que se vio envuelto en polémicas internas por las elecciones de entrenadores que hizo Juan Sebastián Verón, muchas de ellas contrapuestas con la doctrina de Zubeldía y Bilardo. El Chino Benítez, ratificado tras su interinato, comulga el principio pincharrata.

Copa Sudamericana

No sólo de la Libertadores viven los equipos argentinos y la Copa Sudamericana no es para nada menor. Lanús, River e Independiente, en 2013, 2014 y 2017, fueron los últimos tres clubes nacionales en conseguirla y festejarla como se debe. No pudieron Tigre (2012) y Huracán (2015), pero vaya que disfrutaron el camino a la final.

Esta vez, por encima de todos aparece San Lorenzo, en el que Claudio Biaggio se ganó su lugar en base a un pragmatismo cargado de puntos. Su rival será Deportes Temuco de Chile, cuyo presidente es Marcelo Salas, “el Matador” exRiver, su entrenador es el argentino Dalcio Giovagnoli y su goleador también es un compatriota (Alfredo Ábalos). En caso de superar este escollo, en apariencia sencillo, el Ciclón podría enfrentar a Nacional de Uruguay en octavos de final.

Del otro lado del cuadro surgen los demás argentinos que siguen en esta competición (ya fueron eliminados Newell's y Rosario Central). Lanús fue el equipo que más rápidamente atacó el mercado de pases luego del profundo recambio post final perdida de la Libertadores pasada. Con un entrenador de la casa como Ezequiel Carboni, tendrá enfrente al Junior de Barranquilla del indomable Teófilo Gutiérrez, quien ostenta un gol en dos partidos con la camiseta granate. En caso de pasar, Lanús podría enfrentar a Colón: los santafesinos siguen con Eduardo Domínguez (yerno de Carlos Bianchi) como técnico y deberán superar a un gigante brasileño como el San Pablo.

Banfield y Defensa y Justicia también podrían medirse en octavos de final. El Taladro, con la firmeza que le brinda Julio César Falcioni, aguarda por Boston River de Uruguay (su principal figura es Maximiliano Sigales, exGodoy Cruz). Mientras que el Halcón de Florencio Varela intentará seguir con su propia luna de miel frente a El Nacional de Ecuador, que en la revancha tendrá a la altura de Quito como aliada.

Y después aparece Atlético Tucumán, una especie de equipo del pueblo. Después de hacer todo lo que hizo en Belgrano, Ricardo Zielinski le dio su innegable impronta a este conjunto que sigue con sus arrebatos coperos, dejó afuera a Peñarol de Montevideo y le plantará lucha a Atlético Nacional de Medellín, el campeón de América 2016 que ahora dirige Jorge Almirón y que tiene a otros tres exLanús como fijas: el arquero Fernando Monetti (reemplazó a Franco Armani), el defensor Diego Braghieri y el volante Gonzalo Castellani.

Del otro sector del cuadro de octavos de final aparece Boca contra los brasileños. Las bolillas le entregaron al xeneize el rival más "amable" posible, pero eso no indica un camino fácil a la próxima instancia. Libertad de Paraguay ha sido un habitué en copas durante los últimos años, ganó su grupo, muestra solidez y tiene a un atacante peligroso y conocido en la Argentina como Oscar “Tacuara” Cardozo. Lo dirige Aldo Bobadilla, exarquero de Boca que, para tranquilidad de Guillermo Barros Schelotto y compañía, tendrá otra vez a Darío Benedetto y Fernando Gago, nuevas figuras y la presencia de Carlos Tevez que deberá -de una buena vez- insertarse en el equipo que es el candidato de fierro para muchos a partir de su jerarquía individual. La misión será llevar esa candidatura a los hechos para no sufrir como lo hizo en su zona, pasar de ronda y ahí sí encomendarse a Flamengo o Cruzeiro primero y a Palmeiras o Corinthians después para llegar a la tan bendita final.

Instancia en la que recién podría enfrentar a otro argentino, entre ellos River claramente. Una final que te da una Copa, la madre de todas las copas.

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