Jugar no es exclusivo de las infancias, "el juego es algo que podemos hacer todas las personas, ese reconectar con un potencial humano", sostiene Pamela Villarraza que trabaja facilitando espacios de formación y talleres vinculados al juego cooperativo. Artista visual, educadora e investigadora, desde Paraná, Entre Ríos, nos invitar a jugar.
Su formación en un campo poco difundido como los juegos cooperativos surgió escuchando de casualidad un programa radial en el País Vasco, donde vivía en ese momento. Pamela recuerda que “hablaban que en estos juegos ganábamos o perdíamos todos juntos, y me vino a la memoria la experiencia que había tenido en la escuela secundaria con algunos deportes competitivos y cómo había sufrido esa experiencia”.
¿Qué son en esencia los juegos cooperativos?
La clave es que todos estemos incluidos en el juego; podemos ganar o perder juntos, puede haber un contrincante, pero ese contrincante no va ser una persona, sino que puede ser el tiempo, puede ser algún personaje si es un juego de mesa. En todos estos años he podido observar la posibilidad de invitarnos a jugar a algunas otras cosas previo a la cooperación, entender y comprender que la cooperación es una instancia que tiene que ver con la construcción de confianza, que tiene que ver con conocernos. Entonces, hay veces que nos exigimos cooperación y no es tan sencillo. No es que vamos a cooperar por que sí como un mandato social. Yo siento que hay un trabajo con la confianza que tenemos que hacer, un trabajo de conciencia teniendo una comprensión que en esa ronda donde nos están invitando a cooperar también hay individuos; entonces, la cooperación es una oscilación entre esa individualidad y ese colectivo
¿Cómo se dan esos primeros acercamientos en un juego cooperativo?
Para mí un punto inicial es la identidad de cada una de las personas que participan de esa ronda, también hay que considerar el contexto. El trabajo que intentamos hacer es procurar que haya un proceso hasta llegar a la cooperación. Una instancia posterior es reconocer qué nos encuentra y que nos desencuentra porque me parece que esas cosas también son importantes y entender que esas diferencias que tenemos son propias de los humanos y a veces son las cosas que llamamos conflicto a solucionar y en realidad el conflicto es algo a regular que nos permite mirar lo distinto que somos.
Jugar es humano
Aunque asociemos rápidamente la acción de jugar con las infancias, todos podemos jugar, dice Pamela Villarraza. "El juego es algo de lo humano, te diría que algunos autores lo señalan como previo a la cultura: por lo tanto, reconectar con el juego es algo que podemos hacer todas las personas, ese reconectar con un potencial humano. Claro que para las infancias es distinto porque lo tienen casi como un oficio, jugar y vivir es casi una única experiencia. En los adultos hay que hacer un trabajo más progresivo y de mayor cuidado porque a veces el juego está asociado con lo competitivo, con la exclusión o con haber pasado un mal momento. Me gusta imaginar que puedo invitar a jugar y dejar una huella distinta a la competencia, a la burla que puede haber habido.
Antes dijiste que la cooperación es un proceso. ¿Cómo propones recorrer este trayecto?
Lo que propongo tiene que ver con ir llegando a ese sitio para cooperar. Pensar la cooperación como un proceso, vamos formando parte de una construcción colaborativa. Podemos pensar la colaboración desde cada uno de los lugares que estamos habitando, como poder hacer visible esas redes que son invisibles de todas las personas que permiten algo que está sucediendo. Me parece que es un momento propicio para observar las redes, mirar no solamente lo que estoy haciendo yo sino mirar a los costados, mirar lo que están haciendo otras personas Pensar cooperativamente es hacer visible esa red que se mancomuna en un sentido.
En una época donde prima lo digital y la tecnología, ¿incluís dispositivos tecnológicos en tus talleres?
Se que hay algunos juegos cooperativos digitales, pero en lo personal siento que tengo que generar más espacio analógico. Creo que hay otras tecnologías, como la vincular, que no la podemos dejar afuera. Como en este tiempo está tan difícil el tema del cuerpo, más ocupo ese espacio. De lo otro hay un montón y siento que es necesario la tarea de no colocar en primera plana al dispositivo tecnológico.
La conversación que transforma
"Una de las cosas que más me gusta cuando viajo es escuchar la cosas que los jóvenes tienen para contarnos, las cosas que les preocupan, cómo se imaginan el mundo. También pienso en los jóvenes en todos los ámbitos, no solo en el cooperativo, realmente siento que hay que escucharles porque están teniendo una dimensión muy distinta del mundo a la que tenemos las personas adultas. Es necesario escuchar y más en este sentido que decís de lo dirigencial, cuesta tener conversaciones con los dirigentes, y por otro lado, sentir que están trayendo esas voces de los jóvenes. Y vuelto a esto que para mí es clave: la cooperación sin la conversación es muy compleja, siento que de la mano de la cooperación vienen la conversación y esa conversación me va transformando; me abro para escuchar algo que no estaba dentro de mi estructura mental y sin embargo me estoy abriendo a esa posibilidad"
